
Los ataques del presidente de la República, Rodrigo Chaves, contra el Tribunal Supremo de Elecciones (TSE) ponen a Costa Rica ante un escenario desconocido en su historia democrática.
Ya en otras ocasiones el Tribunal Supremo de Elecciones (TSE) ha sido blanco de críticas, pero la situación que hoy vive el país tiene particularidades que la distinguen: la fuerte retórica, la constancia de los ataques y el inicio de la campaña política, que deberá terminar con la elección de la persona que sustituirá a Chaves a partir de mayo del 2026.
Conforme la pugna electoral se asomó en el horizonte y se multiplicaron las investigaciones en contra del mandatario por aparente beligerancia política, los choques se intensificaron. En marzo, Chaves alegó que las investigaciones que se le siguen en el TSE y en la Fiscalía General de la República constituyen un “golpe de Estado de leguleyada”.
En julio, Chaves criticó la prohibición de utilizar el símbolo del jaguar, pues ya estaba asociado con un partido político inscrito en el Registro Electoral y de Partidos Políticos.
En setiembre, afirmó que el TSE le imponía una “mordaza” por la prohibición legal para la campaña electoral, que impide difundir propaganda de las obras del gobierno en medios de comunicación y redes sociales o plataformas. El Poder Ejecutivo, incluso, impulsó una campaña en redes sociales que duró solo algunas horas, tras cientos de críticas de los usuarios.
Las embestidas alcanzaron un punto álgido este mes, cuando el TSE solicitó a la Asamblea Legislativa el levantamiento de la inmunidad del presidente para continuar con el estudio de denuncias sobre presunta beligerancia política.
“Esta es la ofensa más grande al orden constitucional de esta patria desde 1948″, declaró Chaves, este miércoles.
A lo largo de estos meses el TSE respondió a varias de las quejas del gobernante, pero ninguna como el inusual pronunciamiento de la presidenta del TSE, Eugenia Zamora, quien dijo este jueves al presidente que “está amenazando la paz y la estabilidad política del país”.
Roces históricos
El TSE no es ajeno a las polémicas y los roces políticos. Los ha vivido desde 1949, cuando nació para garantizar la transparencia electoral y evitar la repetición de una guerra civil como la de 1948.
El historiador Vladimir de la Cruz recordó que tras las elecciones de 1966, hubo discusiones a lo interno del Partido Liberación Nacional (PLN) para no reconocer los resultados, cuando su candidato, Daniel Oduber, perdió ante José Joaquín Trejos, de Unificación Nacional. Empero, esas intenciones nunca se concretaron y el país continuó con su orden constitucional.
La autoridad electoral también cargó con los cuestionamientos de grupos de izquierda que acusaban una persecución política cuando los partidos comunistas fueron excluidos de procesos electorales, prohibición levantada en 1975.
A estas referencias, se suman las dudas expresadas por el entonces candidato del Partido Acción Ciudadana (PAC), Ottón Solís, por los resultados de las ajustadas elecciones del 2006 ante el liberacionista Óscar Arias. Pero tras el recuento, la ventaja de Arias, que primero era de 11.000 votos, pasó a 18.000, y se afirmó su triunfo electoral.
Sin embargo, estos casos no se comparan con la retórica del actual gobierno.
“Esta es la intervención más brutal que ha habido en 200 años de poderes públicos en Costa Rica”, aseguró de la Cruz.

Línea peligrosa
Las palabras encendidas que dispara el mandatario contra el Tribunal podrían llegar a salpicar el desarrollo de la elección presidencial de maneras no vistas por el país en décadas recientes.
“Cruzó una línea muy peligrosa en la que subraya el desconocimiento de la autoridad del Tribunal. Eso pone en riesgo la posibilidad de llevar elecciones a buen término”, señaló Carlos Sandoval, investigador social y catedrático de la Universidad de Costa Rica (UCR), quien además consideró que los ataques del presidente no necesariamente son una estrategia por desconocer eventuales resultados electorales, sino una forma de mantenerse relevante durante el periodo de campaña.
En otros países, los choques entre las autoridades electorales y las administraciones de turno han desencadenado episodios de inestabilidad. Tal vez el ejemplo más notable es el asalto al Capitolio de los Estados Unidos por parte de seguidores del presidente Donald Trump, que pretendían detener la ratificación de la victoria en las urnas del demócrata Joe Biden.
Punto de quiebre
Si bien los ataques de Zapote se alejan de las formas y costumbres que han regido la política costarricense, la reacción del TSE este 30 de octubre es también inédito y marca una actitud distinta a la mostrada históricamente por la institución.
“Pareciera ser que es la primera vez en que el TSE emite una respuesta no enfocada en temas específicos, sino en la narrativa presidencial que invita a cuestionar la integridad de la institución”, afirmó Alejandro Molina, investigador del Observatorio de la Política Nacional de la Universidad de Costa Rica (OPNA-UCR).
No solo el fondo del mensaje es inédito, sino también la forma, pues la entidad divulgó su mensaje a través de una carta y un video publicado en las redes sociales oficiales, distinto a las declaraciones de prensa tradicionales.
Aunque la jerarca del TSE advirtió que la del jueves será su “única manifestación pública” sobre los “agravios” del mandatario, difícilmente este sea el punto final a la polémica entre la autoridad electoral y Zapote.
