Cuando escuchamos las noticias o comentarios de conocidos sobre personas vacunadas que se han contagiado de covid-19, la pregunta inmediata es si el medicamento biológico es eficaz.
En Costa Rica ya tenemos la variante delta del coronavirus y en Estados Unidos el 83 % de los casos nuevos corresponden a esta, que es más contagiosa.
Por tanto, alguien pensaría que se debe a que las vacunas no protegen contra la variante; sin embargo, las existentes, con algunas diferencias, son razonablemente protectoras.
¿Qué es lo que está ocurriendo? Tomemos como ejemplo la vacuna de Pfizer. Ustedes han escuchado que tiene un 95 % de eficacia, es decir, cuando una población es inoculada, el riesgo de infectarse con respecto a otra que no lo está es un 95 % menos, pero no es cero; existe una probabilidad del 5 % de contraer la infección por el SARS-CoV-2 aun inoculados. Entonces, ¿cuántas personas se infectarían no obstante la vacunación masiva?
Si la eficacia es un 95 %, la cantidad va a depender fundamentalmente de dos factores: el número de personas expuestas al virus y, aunque parezca muy extraño (ya voy a explicarlo), del porcentaje poblacional vacunado. Cuantas más personas se vacunen, más aparecerán infectadas.
Explicación matemática. Veamos lo anterior con una aritmética simple: partamos de que Costa Rica tiene 5 millones de habitantes; vamos a suponer también que el 10 % estuvo expuesto al SARS-CoV-2, lo que nos da 500.000 personas; presupongamos también que el 10 % de estas se vacunaron, lo que nos da una población de 50.000 personas.
Si la de Pfizer es un 95 % eficaz, quiere decir que un 5 % de los vacunados se infectarán posiblemente: 50.000 multiplicado por 0,05 es igual a 2.500 personas infectadas vacunadas. Lo anterior no significa que las vacunas no sirven, sino que no son el 100 % eficaces.
Ahora, imaginemos que emerge una variante nueva, delta o cualquier otra más contagiosa. Siguiendo el mismo ejemplo, en lugar de 500.000 personas expuestas tenemos 1 millón; si se mantiene el porcentaje de eficacia de la vacuna y también el número de inoculados, tendremos 100.000 personas a las cuales se les ha administrado el medicamento biológico, y, de estas, el 5 % puede contagiarse. En otras palabras, 5.000 personas vulnerables. La vacuna sigue siendo igualmente eficaz, pero se contagiarán más personas.
¿Qué ocurre conforme más personas se vacunen? Retomando el ejemplo para que sea más fácil de comprender, recuerden que tenemos 1 millón de personas expuestas, pero ahora se logró vacunar al 90 %; por ende, tenemos 900.000 personas vacunadas. Si aplicamos el mismo porcentaje de ineficacia a esta población, nos da 45.000 personas vacunadas que se contagiaron (900.000 multiplicado por 0,05).
La vacuna es igualmente buena, pero el virus sigue circulando e infectando a los vacunados y, como son más, tenemos un mayor número absoluto de personas contagiadas.
Esto ocurrirá hasta cierto punto: cuando alcancemos la inmunidad de rebaño o inmunidad grupal, disminuirá la diseminación del virus y, consecuentemente, habrá una reducción del número de casos, tanto de vacunados como de quienes no lo están, empero, los no vacunados siempre correrán un riesgo mucho mayor de infectarse.
Disminución del riesgo. ¿Qué va a ocurrir con delta? No es posible anticiparlo con precisión, porque intervienen múltiples variables, como qué tan rápido se extiende en una población determinada, el porcentaje de vacunación, el número de personas expuestas, diferencias de edad y factores de riesgo entre vacunados y no vacunados y algunas otras circunstancias que tornan las predicciones un asunto complejo.
No quiero decir con esto que las vacunas existentes no funcionan; por el contrario, sirven incluso contra la variante delta.
Países donde las tasas de vacunación son mayores, el número de muertes ha disminuido en proporción a la cantidad de casos gracias a la inoculación, aun durante el contagio acelerado de las últimas semanas por la variante delta.
Por último, es necesario señalar que vacunarse no solamente tiene el fin de evitar la infección; incluso, si nos contagiáramos, disminuye el riesgo de gravedad, hospitalizaciones y muertes.
Mientras alcanzamos la inmunidad de rebaño, no estamos suficientemente protegidos y debemos continuar practicando un distanciamiento social sensato y usar mascarillas en espacios cerrados especialmente.
El autor es médico.