Llegamos al día de la elección y los jóvenes lideramos el grupo de indecisos. Quiero pensar que la juventud ha tardado en tomar partido porque se está informando responsablemente con el fin de tomar la mejor decisión para Costa Rica. El voto es el arma idónea para involucrarnos en la democracia, pero no cualquier voto, sino uno informado.
Tenemos la responsabilidad de ir a votar, pero también el derecho de exigir a los aspirantes las agendas de nuestro interés. Merecemos propuestas fundamentadas, realizables y dirigidas a nuestras realidades. Celebro la democracia en la que vivo y agradezco la oportunidad de votar para proteger a Costa Rica de amenazas.
Jóvenes, ¡sé que la política a veces nos hace sentir que no tenemos un lugar en ella! Comprendo lo desilusionante y peligroso que es ver grandes capitales donando en las campañas y opacando con un sentimiento de élite la participación de la ciudadanía.
También entiendo que en los patios vecinos la gente como nosotros carece de este derecho. Ir a votar es nuestra manera de fortalecer la democracia por la que tanto se luchó. Cuando leo planes de gobierno, veo debates, discuto en las redes sociales o en reuniones familiares, pienso en la juventud latinoamericana que desea esta oportunidad y no la tiene. Esta sintonía con las juventudes del continente también me hace valorar aún más el poder de mi voto y la responsabilidad con la que lo ejerceré.
Tal vez carecemos de millones de colones en nuestras cuentas bancarias, pero tenemos la oportunidad de acercarnos a las urnas para ejercer el voto informado, capaz de cambiar muchas cosas en el país. El compromiso ciudadano vale más que el dinero y, por eso, las campañas políticas invierten tanto para tratar de convencernos. Pareciera que a los candidatos se les ha olvidado que estamos en un país donde los jóvenes conformamos cerca del 40% del padrón electoral. Las campañas y las propuestas se sienten cada vez más lejanas de nuestra realidad, ahí hay, quizá, una explicación al abstencionismo de los jóvenes.
Tengo 24 años. Para algunos soy aún una chiquilla, pero mis preocupaciones son tan reales como las de todo costarricense. Me inquieta la desigualdad, la inseguridad y el irrespeto a los derechos humanos. Veo en el voto una esperanza en un sistema que, si bien nos supera, será el responsable de liderar las políticas públicas. Nuestro voto debe transformarnos también en agentes fiscalizadores del futuro gobierno.
La autora es estudiante de Comunicación en la UCR.