Desde hace unos días el Tribunal Supremo de Elecciones (TSE) apela a una expresiva metáfora para apremiar a los ciudadanos a ejercer su derecho a elegir el próximo 6 de febrero: una llave. La alusión es oportuna y explícita: una llave se usa para abrir cerraduras de puertas y otros objetos.
De cara a unos nuevos comicios, el TSE insiste en abrir una puerta que conduce a una habitación que ha permanecido cerrada durante las últimas cuatro elecciones y cuyos inquilinos, apilados y cargados de indiferencia, se rehúsan a salir del aposento.
Son los abstencionistas, la legión de quienes se inhiben y hacen ayuno del voto. Se trata de un 30% del padrón electoral que desde hace cuatro elecciones se mantiene, obstinadamente, en un estado de voluntaria exclusión electoral. Amontonados y recluidos han echado llave a la puerta y se la han metido en el bolsillo. No quieren saber nada de lo que ocurre afuera —incluidas las ocurrencias de algunos—, y los 25 postulantes a la Presidencia les parece una cantidad exorbitante e insubstancial.
El TSE exhorta a los ayunadores del sufragio a empuñar la llave, abrir la atrancada puerta y sumarse quienes el 6 de febrero marcaremos una X en alguna de las excesivas casillas de la papeleta presidencial. Comparto con esperanza este deseo y desde el rincón en donde escribo, animo al TSE a blandir llaves, ganchos y otros artilugios para que los ciudadanos, en una cívica marcha hacia las urnas manifestemos nuestra voluntad.
Habremos de peregrinar el 6 de febrero con un alma probada en el fuego, lastimada y vejada por tantas repugnantes puertas allanadas en este annus horribilis durante el cual, con una pandemia de por medio, el virus de la supuesta corrupción pública y privada terminó por demoler los residuos de confianza y crédito que aún presumíamos en algunas instituciones, funcionarios y empresarios.
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Sobornos. La llave de los sobornos parece haber abierto tantas puertas criollas y foráneas que las conductas escabrosas crepitaron en oficinas y manos manchadas de ultraje hacia los ciudadanos. Quiera el cielo que el OIJ no nos sorprenda con otro nombre animal (cochinilla) o mineral (diamante), porque uno vegetal sería de una frondosidad de corrupción inimaginable.
Sin embargo, de la argolla de donde penden singulares llaves que no pertenecen al Tribunal Supremo de Elecciones hay una que puede abrir la puerta a una diputación. Es así como nos enteramos por boca de un diputado que, en la Asamblea Legislativa, la llave está hecha de un material contante y sonante: dinero. El mencionado diputado no palideció cuando afirmó que saciar la sed de una persona por ocupar una curul tenía un valor de ¢7 millones, por un primer lugar en la papeleta. El segundo lugar se subastaba por una baratija de ¢5 millones.
Estimado el costo-beneficio de la cosa resulta en un buen plato de lentejas a cambio de un Jacob que recibirá ¢4 millones al mes. No obstante, la viña patria es tan pródiga que 16 aspirantes a la Presidencia, inflados de poder hasta las venas, abrieron dos puertas con una sola llave. Es la previsión convertida en el más desvergonzado oportunismo: si la ancha puerta de la Presidencia me da en las narices, me introduzco a hurtadillas por la otra de los diputados.
Puedo intuir otras llaves que cuelgan de este repudiable manojo, pero lo verdaderamente execrable es que su uso requiere de las manos de una persona. Una llave es un objeto inútil que solo necesita de una resuelta y corrupta mano para abrir la puerta. Y los ciudadanos hemos llegado a un límite de tolerancia que el próximo presidente habrá de tener presente cada día.
Con tan deplorables modelos de conducta, muchos ciudadanos se preguntan si merece la pena —y fundamentalmente si será de alguna utilidad—, emplear la llave del voto el 6 de febrero. La merece y su voto será útil y de una fuerza excepcional. Usted será la persona más importante en el escenario el 6 de febrero: el elegido por la ciudadanía será el que deberá ejecutar el guión de honestidad, transparencia y compromiso que cada costarricense demanda a gritos en estos inclementes y rigurosos tiempos.
Nadie puede sustituir la responsabilidad y el privilegio cívico que solo a usted le pertenece. Con nuestra voluntad soberana cerremos las podridas puertas y empuñemos la llave del voto que el TSE nos invita a usar sin demora.
El autor es educador pensionado.