Al atardecer del sábado 27 de marzo se iniciará la festividad de la Pascua judía, también conocida como Pésaj, por su nombre en hebreo.
En esta fecha celebramos la libertad del pueblo judío de la esclavitud de Egipto, relatada en el libro de Éxodo, en el Antiguo Testamento de la Biblia. Pésaj es también considerada el momento del nacimiento del pueblo judío.
Una de las canciones más tradicionales de la celebración se titula Dayenu, que significa «es suficiente». El mensaje que transmite es que debemos concentrarnos en lo que tenemos, no en lo que nos falta.
Si nos focalizamos en lo que todavía no tenemos o nunca podremos tener, nos veremos imposibilitados para ser felices; sin embargo, si tenemos la capacidad de cantar Dayenu y centrarnos en lo que hay y disfrutamos lo que tenemos, nos liberamos para poder encontrar la felicidad.
Esta pandemia nos obligó a redefinir y diferenciar lo esencial de lo que no lo es. Aunque no podamos ir a fiestas y conciertos, aunque debamos usar mascarilla todo el tiempo, aunque nos impongan variadas restricciones, si nos tenemos los unos a los otros, si tenemos vida y salud, dayenu, es suficiente.
Contra las dificultades. Además de conmemorar el paso de la esclavitud a la libertad, la celebración de Pésaj contribuye a avivar un aspecto humano escondido a veces en nuestros corazones: la esperanza. Y no siempre es fácil encontrarla o albergarla. Es el puro deseo de vivir contra las dificultades y la desesperación, imaginando el fin del sufrimiento y un futuro mejor.
Cuando Dios encargó a Moisés rescatar a los judíos de su esclavitud en Egipto, primero le instruyó decir al pueblo de Israel que Dios había escuchado su clamor y los liberaría, y luego le pidió ir donde el faraón.
Al estudiar este pasaje de la Torá, los sabios formulan la pregunta: ¿Por qué Dios no le dijo a Moisés que fuera primero donde el faraón, comenzara el proceso de liberación y luego hablará con el pueblo de Israel para informarle de que la redención estaba por venir?
Si hubiera ido primero donde el faraón a reclamar la liberación, pudo haberle resultado más fácil hablar después con el pueblo, ya con pruebas y resultados concretos. Sin embargo, Dios ordenó primero hablar con el pueblo de Israel. ¿Por qué? La respuesta a esa pregunta es: la esperanza.
Avivar la llama. El pueblo de Israel estaba al límite de su paciencia. Había sido esclavo durante muchos años, por lo que Dios instruyó a Moisés para que fuera primero a hablar con el pueblo, a fin de avivar la llama de la esperanza en su interior. Necesitaban ese estímulo para aguantar un poco más de tiempo. Si hubieran perdido toda esperanza, y con ella su fe, no habrían sido dignos de la redención.
Es difícil imaginar a una nación que sufre una catástrofe y vive para contar la historia. Podría no haber existido un pueblo judío tras la destrucción de uno o ambos templos, o del Holocausto. Sin embargo, el pueblo judío mantiene siempre viva la esperanza, y la esperanza ha mantenido vivo al pueblo judío. No es casualidad que el himno del Estado de Israel se titule Hatikva, que se traduce como la esperanza.
Dados los obvios retos enfrentados en el mundo entero a raíz de la pandemia, es indispensable mantener la fe en que pronto terminará esta época tan compleja y penosa para todos. Aprovecho la próxima celebración de la Pascua judía para enviar un mensaje solidario que refuerce la esperanza por nuestra salud, nuestras familias, nuestros trabajos y nuestra felicidad.
El autor es miembro de la comunidad judía de Costa Rica.