Si hay un área donde la innovación, la tecnología, la actualización, el compromiso, la calidad y la excelencia son requisitos fundamentales, es en educación, y para quienes están en el campo de las ciencias de la salud la exigencia es aún mayor. Algunas universidades lo han entendido y esto se refleja en la calidad de los graduados.
Otras, en cambio, están enfocadas en la generación de ingresos y dejan de lado los aspectos antes mencionados. En consecuencia, ha habido cuestionamientos públicos sobre la buena calidad de la educación, la mayor parte de ellos injustificados.
El asunto debe ser analizado de manera objetiva y valorar todos los componentes en juego, pues, al final, la exploración permitirá tener elementos de juicio para definir cuál universidad es de buena calidad y cuál no.
Concepto amplio. Lo primero es entender que cuando se habla de innovación en la salud y en la educación no solo se refiere a equipos, laboratorios o tecnologías, sino también a métodos de enseñanza, contenidos y programas de estudio, docentes y todo lo relacionado con el funcionamiento de una universidad.
También, debemos entender y hacer la diferencia entre innovación e investigación, dos palabras que, aunque van de la mano, obedecen a objetivos e intereses muy diferentes y son parte del ADN de toda universidad de prestigio mundial.
La innovación y la investigación son prácticas fundamentales en la rutina de los centros de estudios serios y se distinguirá por la prioridad y el énfasis otorgados a cada uno de estos aspectos.
Compromisos. Las universidades especializadas en ciencias de la salud deben tener claro que, cuando reciben un nuevo estudiante, asumen un enorme compromiso.
Ese compromiso también se adquiere con los padres de familia, quienes, usualmente, deben hacer cuantiosas inversiones para sufragar los gastos que implica estudiar alguna rama de la Medicina.
Asimismo, el compromiso se adquiere con las entidades estatales que autorizan el funcionamiento y con el país, que confía en la calidad de los graduados. Pero, sobre todo, el compromiso es con los pacientes porque estará en juego la calidad de vida o la propia vida de ellos.
Marcar diferencia. Por lo anterior, la evolución hacia la perfección es un componente clave de la educación en ciencias de la salud y debe estar siempre presente en la formación de médicos, nutricionistas, microbiólogos, fisioterapeutas, farmacéuticos u otros profesionales en el campo, y será una herramienta fundamental para marcar una diferencia en su desempeño.
Como parte de esa evolución, es indispensable que cada vez más universidades utilicen las metodologías innovadoras existentes, las cuales pretenden potenciar las capacidades de los estudiantes a partir de la enseñanza más práctica y menos memorística.
Una buena educación estará ligada a la necesidad de llevar a cabo, de forma casi permanente, inversiones financieras cuyos frutos se verán reflejados en la calidad de los profesionales, pues representan una valiosa oportunidad de estimular y potenciar sus capacidades para que salgan al mundo con la preparación tan exigida por los estándares internacionales.
El autor es rector de la Ucimed.