Al comienzo de la carrera de Administración de Empresas, se enseña la diferencia entre los sectores público y privado.
La razón de ser del público es el bienestar social. Su responsabilidad es velar por que la sociedad se mantenga en buenas condiciones de salud, seguridad, etc.
Por su parte, el sector privado tiene a cargo la generación de riqueza, así de transparente. Hacerlo posible va a depender en gran medida de las condiciones que el país ofrezca a los empresarios e inversionistas por una simple razón: toda empresa tiene una gran cantidad de gastos y costos como salarios, seguros, alquileres, impuestos, compra de insumos y materia prima, compra y alquiler de maquinaria, entre otros.
Lo necesario. El gobierno debe garantizar a las empresas excelentes condiciones para desempeñarse, como abaratar las tarifas de electricidad, agua, transferencias de datos y aranceles, y mantener la oferta al consumidor e incentivar la llegada de nuevas compañías.
Parte de la ganancia que el sector privado produce se convierte en impuestos, los cuales se traducen en dinero trasladado al sector público para el pago de sus salarios.
No es fácil ser empresario o emprendedor debido a la cantidad de trámites burocráticos para culminar ese sueño y porque el país no ofrece condiciones idóneas a los inversionistas para laborar satisfactoriamente.
En la crisis que atraviesa no solo Costa Rica, sino todo el mundo, las ideas, innovaciones y proyectos surgidos deberían significar el método ideal para solventar el golpe financiero.
Resulta alarmante la cantidad de micro, pequeñas y medianas empresas que están cerrando sus puertas debido a que las circunstancias les impiden mantener sus negocios. Como consecuencia, ocurre el despido de cientos de personas, lo cual aumenta los porcentajes (ya de por sí graves) de desempleo.
Pero ¿qué ideas tiene el gobierno para encarar la coyuntura? Impuestos a aquello que se le venga a la cabeza.
El país no aguanta una carga más. El sector privado está desangrado. ¿Por qué el gobierno no entiende que en esta época resulta fatal para las empresas que aún se encuentran operando?
Lo anterior es comprensible si en el Gobierno Central no hay gente que haya ocupado un puesto administrativo en alguna empresa privada, donde cada colón ahorrado del presupuesto haría una diferencia al final del año fiscal para terminar en números verdes.
Cuando no hay comprensión en cuanto a ahorro, gastos, inversiones, planificación y presupuestos, la solución más rápida es ahogar al país en gravámenes, los cuales afectarán en primera instancia al sector privado, que mantiene al público. Si el sector privado se ve afectado, el público también.
Llegar a acuerdos. Albert Einstein decía que si se buscan resultados distintos, no se hará lo mismo siempre. Es hora de dejar de hacer lo mismo, como crear nuevos gravámenes para el sector generador de riqueza.
Urge pensar en nuevas propuestas con el fin de salir de este enorme hueco económico que ahora se agrava más.
Es hora de que el sector público aporte lo que le corresponde, se ajuste la faja y muestre ser un Estado solidario reduciendo jornadas de trabajo y rebajando salarios. Es momento de dejar orgullos y prepotencias de lado; urge ser humildes y escuchar ideas.
En este país de diálogo y democracia, es posible lograr mucho al llegar a acuerdos entre el gobierno y la Cámara de Industrias, la Cámara de Comercio y otros grupos representantes de las actividades productivas.
Es en esta crisis que ha afectado como pocas veces la economía, la estabilidad social y la salud de los costarricenses cuando el Estado realmente solidario debe salir a flote, sin castigar a las empresas que a duras penas se mantienen trabajando y logran un equilibrio junto con el sector público.
Dependen uno del otro. Solo a través del esfuerzo conjunto es posible salir a flote en escenarios no tan optimistas e inevitables para beneficio de todos los ciudadanos.
El autor es financiero.