La mayoría de los virus son buenos para propagarse o buenos para causar enfermedades graves. El SARS-CoV-2 es uno de los más peligrosos porque es bueno en ambos casos.
Primero, porque en la transmisión del nuevo coronavirus participa una proporción grande de personas contagiadas, pero asintomáticas.
Varios estudios muestran que durante la actual pandemia los asintomáticos han desempeñado un papel fundamental para la elevada propagación del virus en todo el mundo, debido a la facilidad del contagio, lo cual está dificultando la contención.
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Las medidas de distanciamiento y prevención tienen como propósito evitar el aumento de casos y el colapso de los hospitales.
Hasta un 45 % de los infectados nunca muestran síntomas, según un análisis de Scripps Research, con sede en Estados Unidos.
Otros hallazgos, publicados en la revista Annals of Internal Medicine, sugieren que las infecciones asintomáticas cumplen un papel preocupante en la temprana y continua propagación del SARS-CoV-2.
El informe destaca la necesidad de realizar pruebas exhaustivas y rastrear los contactos para mitigar el curso de la pandemia. “La propagación silenciosa del virus hace que sea aún más difícil de controlar el contagio”, agrega el artículo.
Otros investigadores recopilaron información de pruebas en 16 cohortes diversos en todo el mundo, incluidos datos de residentes en asilos, pasajeros de cruceros, reclusos en prisiones y varios otros grupos. Los resultados indican que la gran proporción de los individuos infectados no presentaban síntomas.
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Otro dato es que de cuatro estudios llevados a cabo a 3.000 presos, de los que dieron positivo, el 96 % eran asintomáticos.
Los autores concluyeron que la ausencia de síntomas no implica la ausencia de daño. Por ejemplo, las tomografías computarizadas realizadas al 54 % de los 76 individuos asintomáticos en el crucero Diamond Princess mostraron anormalidades en pulmones subclínicos significativos, lo cual aumenta la posibilidad de que las infecciones por SARS-CoV-2 afecten la función pulmonar en un futuro inmediato.
Dadas estas realidades, lo lógico para prevenir el contagio es el lavado de manos con agua potable y jabón, el distanciamiento físico, evitar la participación en actividades donde se concentren muchas personas y, sobre todo, no visitar lugares con carga viral alta, como los hospitales.
El autor es salubrista público.