No fue el cambio climático, ni las exigencias de los indígenas, ni la baja en la demanda eléctrica, ni la crítica situación económica del Instituto Costarricense de Electricidad (ICE) las causas para desistir del Diquís. Fue la cruda realidad del bajísimo costo con el cual se puede generar energía eléctrica en verano y al mediodía con recurso solar abundante y gratis. La misma suerte han sufrido otros proyectos hidroeléctricos, no solo en Centroamérica.
El costo de producir energía eléctrica con el potencial energético que siempre ha tenido la caída de agua de una altura a otra inferior fue, por muchas décadas, el más bajo posible en todo el mundo. Pero eso cambió por el incremento en el precio del petróleo, pues toda la maquinaria para la remoción de tierras necesita combustibles fósiles.
Con el incremento en el valor del cemento, aunado al precio del petróleo, construir represas de filo de agua y de grandes reservorios alcanzó en Costa Rica el nivel de los $5 millones por megavatio de potencia instalada. La última de ellas, la del Reventazón, terminó costando $1.500 millones, y su propósito fue siempre el de aportar energía eléctrica de más bajo costo que la importada y la generada térmicamente en los meses secos del verano.
El Diquís se mantuvo en el programa de expansión de la generación eléctrica del ICE por muchos años, como el gran reservorio de agua para suplir electricidad en meses secos, no solo a Costa Rica, sino también al mercado centroamericano. Estuvo diseñado para generar energía a más de 6 centavos de dólar el kilovatio hora.
Cambio mundial. Pero el mercado energético ha cambiado drásticamente en los últimos años. Guatemala logró, después de dos décadas de grandes inversiones en plantas eléctricas, un superávit de generación que ahora exporta con gran éxito a El Salvador e incluso a Costa Rica.
La demanda energética de Panamá creció a un ritmo vertiginoso, y será suplida por plantas generadoras de gas natural, muy probablemente de Trinidad y Tobago, Colombia y Venezuela.
El ICE sigue importando electricidad cara en los meses secos y exportando energía barata en los meses lluviosos.
Las plantas solares, que si bien es cierto operan solo durante las horas diurnas, todos los días del año, ahora generan a tarifas más competitivas que las hidroeléctricas debido a su bajísimo costo de construcción ($1 millón o menos por megavatio de potencia) y al bajo costo de financiamiento acumulado durante los pocos meses de su construcción.
Alto costo. Las hidroeléctricas, en cambio, conllevan muchos años de planificación y construcción, lo cual eleva significativamente el financiamiento acumulado previo a su ingreso en operación. Hay plantas solares en el mundo que ya producen a menos de dos centavos de dólar por kilovatio hora.
La gran interrogante que tenemos los abonados eléctricos costarricenses es por qué, si esta información ha sido del dominio del ICE, la entidad no ha decidido aprovechar la energía solar gratis que nos seguirá llegando a diario por el resto de la eternidad.
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El autor es ingeniero.