El Colegio de Profesionales en Ciencias Económicas de Costa Rica (CPCECR), de la mano de su actual junta directiva, visualizó y asumió el desafío de emprender el desarrollo y ejecución de un plan estratégico para el periodo 2013-2017, para lo cual participó, en una primera etapa, y con una encuesta virtual, en la membrecía total en un ejercicio FODA alrededor de la situación actual del colegio, proceso que tuvo la respuesta entusiasta de un porcentaje representativo.
Una segunda etapa, a la que fueron invitados sesenta profesionales agremiados, se realizó con el fin de que se abocaran a la preparación del plan estratégico bajo la guía metodológica de una empresa consultora y teniendo como insumo principal la información obtenida de aquélla encuesta.
La socialización del proyecto se hizo durante la actividad de juramentación de las 18 comisiones de trabajo, a las que se les indicó y enfatizó que sus planes de trabajo deben atenerse y justificarse dentro de lo establecido en el plan estratégico. Aparte de esto, se informó profusamente, por el medio habitual, al resto de quienes integran el colegio. Después, se constituyó una subcomisión central de planificación, surgida del seno de un grupo más amplio del mismo nombre, con el objetivo de coordinar con las distintas comisiones y con la junta directiva el trabajo subsecuente.
Se espera que para el 30 de octubre de este año estén listos los informes sobre lo que debe hacer el CPCECR, a través de la dirección política de la junta y la dirección administrativa del colegio, en el lapso señalado, con miras a satisfacer las metas expresadas en el plan estratégico según el campo de actividad de cada comisión, con el propósito de conseguir los objetivos generales de ese plan, a la vez que la misión y la visión del CPCECR inscritos también en aquél. Todo lo descrito atrás está muy bien, y dice mucho de la actitud que anima a las nuevas autoridades políticas que dirigen a la institución.
Entrada al siglo XXI. Con la ejecución del plan estratégico, el CPCECR se meterá de lleno en el siglo XXI para adecuarse a las tendencias de la economía de la información, el servicio al cliente, los derechos ciudadanos en la sociedad democrática, y la moderna mercadotecnia, para bien de las actuales y futuras generaciones de cofrades.
Sin embargo, este reto innovador se puede defenestrar, para convertirse en un documento más, en una imagen “de papel y de posturas” hacia adentro y hacia afuera, y en unas energías y recursos de todo tipo gastados en un intento infructuoso, si no va acompañado de lo siguiente: 1.º Un acuerdo, en este año, de una asamblea general en el que se le dé carácter permanente a la ejecución del plan estratégico al margen de los cambios en la junta directiva, y otro para que se tenga, siempre, planes estratégicos con horizontes quinquenales o de menos años; 2.º Implantar la cultura de la planificación, y sus inseparables subsistemas: el control y la rendición de cuentas, en la estructura administrativa del colegio, habida cuenta de que no serán las comisiones quienes deberán llevar a cuestas esa responsabilidad, sino funcionarios concretos del colegio. En esto, es fundamental recordar que no basta que se diga con discursos floridos que se cree en la planificación estratégica, sino que hay que demostrar con hechos, tangibles y medibles, la retórica empleada; 3.º Empezar, desde ya, la realización de las modificaciones a los procedimientos o la creación de estos dirigidos a brindar un servicio de calidad a la membrecía, sin necesidad de esperar a que surgan los frutos de la aplicación del plan estratégico a partir de 2013.
Pienso que la clientela del colegio, dados sus altos niveles educaticos y culturales, no caerá en la trampa de igualar los buenos propósitos que se anuncian con la satisfacción verificable de saber que sus inquietudes o necesidades son atendidas en tiempo, forma y eficacia. Tiene la palabra la junta directiva del colegio.