
Rodrigo Chaves Robles, presidente de la República, se sometió recientemente a una cirugía en Estados Unidos para tratar un problema de próstata. El procedimiento fue exitoso, según informó Casa Presidencial, y estuvo a cargo de un cirujano que, además, es su sobrino.
La noticia no tendría mayor trascendencia si se tratara de un ciudadano más. Pero cuando el presidente de un país decide salir al extranjero para atender su salud, el asunto deja de ser médico y pasa a ser político.
Porque, al final, ningún acto de un gobernante ocurre en el vacío. Todo gesto, sobre todo los que tocan temas tan sensibles como la salud, se carga de simbolismo.
En Costa Rica, la Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS) es mucho más que una institución; es un emblema de igualdad, solidaridad y orgullo nacional, y por ello, una decisión como esta tiene consecuencias en el terreno más delicado de la política: el de la percepción de la ciudadanía.
Otros casos
La historia reciente ofrece otros ejemplos: en 2011, Laura Chinchilla Miranda, entonces presidenta, se sometió a una cirugía de vesícula en una clínica privada en San José. La noticia generó comentarios, pero sin escándalo.
Óscar Arias Sánchez, dos veces presidente, también eligió la atención médica privada. En una clínica de San José se le realizaron una cirugía ortopédica y un procedimiento para el mantenimiento de su marcapasos. Lo justificó como un asunto de conveniencia y de confianza médica.
El actual presidente de la Asamblea Legislativa, Rodrigo Arias Sánchez, hermano del expresidente Arias, también decidió operarse en Estados Unidos en 2023. Lo anunció con discreción y la noticia pasó con menor ruido mediático.
La diferencia está en el nivel de escrutinio. Chaves, como presidente de la República, concentra la atención pública y simboliza el Estado.
Sin embargo, todos estos casos revelan un patrón: atención médica pública para el común de la población y atención privada o transfronteriza para sí mismos.
Y es aquí donde el bisturí del análisis político debe entrar con firmeza: no se trata de cuestionar el derecho individual de las personas a elegir su médico, sino de entender que los actos personales de los gobernantes y jerarcas públicos de alto nivel son también declaraciones de fe (o de desconfianza) en las instituciones.
Comunicación: la operación que sí falló
Desde la perspectiva comunicacional, la Presidencia manejó el tema con torpeza. La información se dio a cuentagotas, sin claridad inicial sobre el lugar ni las razones específicas del viaje.
Ese silencio solo alimentó especulaciones. Si el procedimiento era rutinario, ¿por qué el secretismo?
Un manejo más transparente habría sido informar sin demora, explicar que tal método o tecnología no está disponible en el país, detallar el tiempo de incapacidad y enfatizar en que fue una decisión personal. Eso habría bastado para desactivar la polémica. Pero se prefirió el estilo reactivo, casi desafiante, que es casi una marca registrada de Rodrigo Chaves.
En política, los gestos incoherentes pesan más que los errores técnicos. Si la narrativa del gobierno es la defensa de lo nacional, el combate al privilegio y la austeridad, una cirugía privada en el extranjero parece una nota discordante, pese a que, como individuo, está en todo su derecho de buscar atención médica donde lo desee.
La ciudadanía quizá no pretenda que el presidente espere en la fila de Emergencias, pero sí espera que demuestre confianza en su propio sistema.
Dionisio Rojas González es ingeniero, administrador de empresas y director de Cefolog de Costa Rica.