La economía del mundo y el mundo de la economía están revueltos y confusos. Para los más viejos y estudiosos, quizá no sea una novedad. Para los jóvenes despreocupados, tampoco. Para los seriamente interesados, estamos ante retos complejos. Nadie tiene todas las respuestas.
Hoy, más que nunca, creo que una dosis de pragmatismo y otra de eclecticismo resultan indispensables. Para los problemas a más largo plazo, esto y tal vez nuevos paradigmas son necesarios.
La Social Democracia Remozada (SDR) surgió en una coyuntura similar: la expansión del Estado como respuesta a un statu quo bastante vacío de esperanza para las mayorías, que había alcanzado límites prácticamente insuperables; el keynesianismo estaba en crisis, tanto en Europa y EE. UU., como en América Latina.
La crisis de la deuda hizo estallar ideas estimadas esenciales por los desarrollistas y la izquierda reformista. Más a la izquierda, solo denuncia, nada de propuestas. Como hoy. Y si lo hacían y hacen, los fines son tremendamente ambiciosos y los medios muy escasos. Poco útil.
Solo como corta ilustración menciono y resumo tres ejemplos:
-El Perú del primer gobierno de Allan García se olvidó de las realidades de la economía, gastó a raudales, relajó la disciplina y acabó con más desempleo, menor crecimiento, inflación desbocada y Alberto Fujimori en el poder, elegido por voto popular.
-Los gobiernos sandinistas desde el triunfo de la revolución (1979), con alta popularidad, abundantísima solidaridad internacional desde “el este” y “el oeste” (excepto los gobiernos de Reagan y Thatcher) y una imagen internacional muy favorable. En las primeras elecciones realmente competidas, en 1990, en medio de alto desempleo e inflación, escasez, pobreza similar a la de antes, flujos migratorios (especialmente a nuestro país) y habiendo enfrentado oposición armada, acabó perdiendo las elecciones “frente a la derecha” encabezada por doña Violeta de Chamorro, para volver al poder luego del pacto Ortega-Alemán.
-En contraste con los anteriores, nuestro país aplicó políticas eclécticas y pragmáticas. Fuimos el primer país del continente en entrar en crisis de pagos ( default ), en romper con los organismos financieros internacionales (IFI, por su sigla en inglés), en generar desorden en el mercado cambiario y una especulación que enriqueció a una minoría y empobreció a la mayoría. Esto generó un desajuste en las cuentas macroeconómicas, una caída dramática de la inversión (privada y pública) y, en parte como efecto de ello, el triunfo abultado del partido de oposición (PLN en ese momento), por la mayor diferencia registrada hasta entonces. La extrema izquierda también aumentó su representación parlamentaria.
Salida gradual. El gobierno de Luis Alberto Monge (1982-1986) logró que el país superara gradualmente la crisis y más tarde reanudara su camino de desarrollo.
Las medidas más destacadas fueron: la puesta en marcha de medidas económicas eclécticas, que inicialmente hicieron brotar la inflación y la devaluación hasta ese momento reprimidas (inflación de alrededor del 80% en su máximo y devaluación del colón “oficial” hasta un nivel similar al paralelo o “negro”, por un factor de 7 u 8); la negociación dura y paciente con bancos e instituciones financieras extranjeras (públicas y privadas); el hábil manejo político de la ayuda financiera amplia del Gobierno de EE. UU.; el reordenamiento gradual de los mercados; la normalización de relaciones con las IFI; la resistencia a cortar inversión social; el impulso a la producción; y, crucialmente, el cambio del modelo de “sustitución de importaciones” a “promoción de exportaciones”.
El partido en el gobierno (PLN) ganó las primeras elecciones “del período de ajuste estructural” (1986) con Óscar Arias, quien continuó esas políticas con énfasis y matices propios.
El primer gobierno de Arias, más allá de sus conocidos éxitos en la paz de Centroamérica, trajo un sentido de excelencia que por un tiempo se convirtió en un ethos nacional. Enfrentó la oposición de sectores de su mismo partido que, a regañadientes, aceptaron en Monge cambios que combatieron a Arias. Ambas administraciones, y más tarde la de José María Figueres, son ejemplos de que en nuestro país nunca prevaleció el neoliberalismo ni se aplicó el Consenso de Washington, pues hubo iniciativas de política propias que muestran el mencionado eclecticismo. Esto hizo diferencia.
Cambio. El PLN perdió las elecciones ante el PUSC (1990), luego de dos duros períodos. El gobierno de Calderón liberalizó más intensamente la economía, redujo algo más la pobreza, recuperó el índice de crecimiento y terminó con un intento de acelerar la privatización y la liberalización económicas (pensiones por ejemplo) negociando un tercer Programa de Ajuste Estructural (PAE 3) con el Banco Mundial, que así lo estipulaba.
Calderón cerró su periodo con un déficit fiscal significativo que también había heredado, luego de lograr aprobar y poner en marcha un aumento del impuesto de ventas del 10 al 13%, que volvió gradualmente otra vez al 10% el último año de su gobierno. Fue un desafío difícil para la nueva administración.
El PUSC perdió las elecciones ante el PLN. El modelo económico costarricense había sido transformado, pero el problema fiscal a corto y largo plazo seguía siendo el talón de Aquiles.
El gobierno de José María Figueres lidió con una recia oposición política, heredó un elevado déficit fiscal y se vio obligado a subir el impuesto de ventas al 15%.
Asimismo tomó algunas medidas impopulares en pensiones y “pasó” el PAE 3 con algunas salvedades; consolidó la “inserción inteligente del país en la globalización”, al ganar la competencia para instalar Intel, contra países más grandes y ricos. Se inició así lo que serían varios clústeres de exportación de alta tecnología y servicios, aún hoy ejemplo del éxito en el cambio económico experimentado.
Dos vías simultáneas. En pocas palabras, Costa Rica enfrentó desde el inicio la crisis con políticas heterodoxas y ortodoxas simultáneamente: se adelantó en algunos cambios al resto del continente (salvo Chile, quizá) al instaurar como motor económico principal la estrategia de “nuevos productos para nuevos mercados” y luego integrarse inteligentemente a la globalización; y rechazó ajustes fiscales de shock (como lo hicieron otros países después de haber ignorado realidades objetivas como la fiscal). Pero el país ha sido también “lento transformador” en lo cambiario (en palabras de las IFI y algunos economistas ortodoxos).
Costa Rica evitó la agitación social que padecieron otras sociedades. Se resistió a la presión para privatizar las pensiones, eliminar la canasta básica y otras exigencias de las IFI en su momento. Todo ello manteniendo incólume su sistema democrático de libertades y garantías individuales, la ampliación de derechos y pluralismo.
Con altibajos, estamos en un lugar destacado del índice de desarrollo humano del PNUD; recuperamos el territorio deforestado; somos ejemplo mundial en varios campos, pero sobre todo en la configuración integral, una especie de “ Gestalt socioeconómica”.
Estos pincelazos históricos son necesarios, pero necesariamente incompletos. Nos dan el marco para poner de frente la coyuntura actual y, bajo ella, los desafíos estructurales que, de no enfrentarse correctamente, nos pueden llevar no solo a agravar los problemas, sino a sumirnos en una nueva crisis como la de hace 35 años.
En un próximo artículo, expondré las bases de una propuesta para enfrentar estos desafíos estructurales. es economista.