Las autoridades japonesas están preocupadas porque los adultos mayores mueren solos en sus casas. Según un estudio, en la capital murieron de esta manera 1.451 personas en el 2003 y en el 2018 el número alcanzó las 3.882.
En el 2021, municipalidades, vecinos, organizaciones no lucrativas y empresas fueron organizadas para comunicarse con adultos en sus comunidades para interesarse e interactuar con ellos.
En Hadano, al suroeste de Tokio, grupos voluntarios llevan a los adultos mayores a efectuar compras y conversan con ellos. Al sur de la capital, pusieron en marcha programas para hacer de las personas mayores guías que transmiten sus conocimientos sobre el patrimonio histórico local y la gastronomía, y dan sugerencias a los emprendedores.
El Proyecto Cero Tolerancia al Aislamiento opera desde el 2012 para que las asociaciones de vecinos obtengan información personal de los ancianos que viven solos. Voluntarios los visitan para ver cuáles son sus necesidades. Una dinámica de amable vigilancia.
El gobierno británico creó un Ministerio de la Soledad en el 2018, que articula una estrategia con el fin de identificar a las personas aisladas, conversar con ellas e integrarlas a la comunidad. La campaña para acabar con la soledad, en el Reino Unido, resalta los efectos en la salud física y mental de quien está solo: mayor riesgo de sufrir enfermedades coronarias, hipertensión y disminución de la capacidad inmunitaria del organismo, declive cognitivo, demencia y riesgo de muerte en un 26 %.
El índice de prosperidad, que publica periódicamente el Legatum Institute británico, examina el comportamiento de parámetros como la seguridad pública, las libertades individuales, el funcionamiento de los mecanismos democráticos, las libertades económicas y, entre muchos más, el capital social, en el que incluye la fuerza o debilidad de las relaciones sociales en 167 países.
En los principales puestos están los países nórdicos. Japón aparece en el 19, pero en capital social desciende al 143. Costa Rica se mantiene desde el 2011 en el puesto 39 gracias a sus fortalezas en libertades personales y medioambiente; sin embargo, presenta más debilidades en calidad económica.
Economía y demografía interactúan. Según datos del INEC, la tasa de natalidad en Costa Rica cayó un 34,4 % en una década. Por otro lado, la tasa de fecundidad pasó de 1,86 en el 2011 a 1,31 en el 2021. (El relevo generacional requiere dos hijos por mujer en edad fértil).
Se va consolidando el envejecimiento poblacional. Según previsiones del Programa Estado de la Nación, en el 2022 el 9,6 % de la población correspondía al grupo de personas con 65 años o más, mientras que de aquí al 2050 el 20,4 % pertenecerá a ese grupo etario.
El Fondo de Población de las Naciones Unidas señala que dentro de 24 años se duplicará la población adulta mayor en nuestro país. Cada vez hay más costarricenses de la tercera edad y nacen menos niños. En Japón, la cifra de nacimientos continúa en declive: 1,30 por mujer en edad fértil en el 2021. Paradójicamente, Japón es el país más longevo del mundo (84,4 años, según la OMS) gracias a su bienestar y estilo de vida.
La prosperidad debe medirse no solo en términos económicos, sino también en términos de calidad de vida. Costa Rica repite en segundo lugar de América Latina con un nivel alto de progreso social. Chile nos precede y Uruguay es el tercero. Sin embargo, en nuestro país se debilita el acceso a la educación superior y la seguridad personal.
El desempeño más bajo está en la población con educación secundaria, no así en matriculación en primaria. En un año, Costa Rica perdió puntos en acceso a conocimientos básicos; es el segundo país de la región donde más se deterioró la posibilidad de recibir educación de calidad. Se deterioró el componente de libertad personal debido al aumento de jóvenes que no estudian ni trabajan, y al mayor porcentaje de empleo vulnerable. Todas estas son banderas rojas que deben hacernos reflexionar.
El estancamiento producido por la pandemia, los conflictos geopolíticos en Europa, la inestabilidad económica y la crisis ambiental debe conducirnos a tomar firmes acciones en el pro de la educación de calidad y al fortalecimiento de la familia, ya que otras instituciones parecen no querer avanzar. No caben las omisiones.
Es clave ganar tiempo. Tenemos grandes recursos naturales, pero no habrá prosperidad sin talento humano, sin colaboración social. La prosperidad no es un asunto de suerte. Habrá que poner el acento en el prefijo de prosperitas para ir “hacia delante” y menos en la radicación del sperare, en la espera de algo que no llegará sin esfuerzo.
La autora es administradora de negocios.
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