
El 30 de octubre de 2025, Costa Rica fue testigo de un acto de valentía institucional que marcará un antes y un después en su historia democrática.
Eugenia Zamora, presidenta del Tribunal Supremo de Elecciones (TSE), hizo algo inédito en los 76 años de existencia de la institución, pues se pronunció públicamente frente a los ataques del presidente Rodrigo Chaves. Lo hizo con firmeza, claridad y conciencia del momento: su mensaje no solo defiende al TSE, sino que protege la estabilidad política, la paz social y la integridad de la democracia costarricense.
Chaves ha transformado la presidencia en un instrumento de confrontación y polarización. Sus ataques al TSE no son cuestionamientos técnicos: son una estrategia deliberada para minar la credibilidad de las instituciones que garantizan la legitimidad del poder. Al difamar al Tribunal, pone en riesgo la confianza ciudadana, erosiona el respeto a la ley y abre la puerta a la inestabilidad.
Costa Rica, país que ha superado décadas de conflictos políticos con diálogo y elecciones libres, hoy enfrenta un peligro que no podemos ignorar.
Zamora no solo defendió su propia trayectoria profesional y ética; defendió la función sagrada del TSE como garante de la voluntad popular. Recordó que la imparcialidad y la transparencia de la institución no son negociables y que cualquier intento de desprestigiarla es un ataque directo a la paz del país.
Su intervención dejó claro que las instituciones están por encima de cualquier persona y que la democracia no puede depender de los caprichos de un gobernante.
Lo que hace único y valiente este pronunciamiento es que llega en un contexto en que el poder presidencial ha mostrado claras señales de autoritarismo: desdén por la ley, ataques sistemáticos a instituciones independientes y una obsesión por centralizar el control.
Esta postura de Zamora es un recordatorio de que el riesgo no es abstracto: la concentración de poder, la manipulación de la información y la deslegitimación de los órganos de control son síntomas claros de un régimen que amenaza con desmantelar las estructuras democráticas.
Además, su mensaje es un llamado a la ciudadanía. La democracia no se protege solo en las urnas; se defiende en la vida cotidiana, vigilando que los líderes respeten los límites que la ley y la Constitución imponen.
Costa Rica se encuentra frente a una encrucijada: podemos permitir que el autoritarismo se normalice o podemos respaldar a las instituciones que sostienen nuestra libertad. Apoyar al TSE hoy es respaldar la seguridad jurídica, la imparcialidad electoral y la paz social que han caracterizado al país durante más de siete décadas.
Eugenia Zamora nos recuerda que defender la democracia no es un acto simbólico; es un deber. Su discurso debería resonar en todos los rincones del país como advertencia y como inspiración.
Los costarricenses deben comprender que la estabilidad política, los derechos ciudadanos y la libertad están en juego. La presidenta del TSE ha dado un ejemplo de integridad y coraje: si los ciudadanos y la sociedad civil se mantienen atentos y firmes, la democracia podrá resistir los embates del autoritarismo.
Este pronunciamiento es, en última instancia, un llamado a la conciencia colectiva. Nos recuerda que la libertad no se concede, se protege. Que la democracia no se negocia, se defiende. Y que la indiferencia ante los ataques a las instituciones es el primer paso hacia la pérdida de derechos fundamentales.
El mensaje de Zamora es claro: la democracia costarricense se sostiene sobre ciudadanos conscientes, instituciones sólidas y líderes valientes. Es momento de recordar quiénes somos y qué estamos dispuestos a defender.
santiagorz@maristasalajuela.org
Santiago Ramírez Zamora es estudiante de décimo año del Colegio Marista, de Alajuela.