La Junta Directiva de la Autoridad Reguladora de los Servicios Públicos (Aresep) revocó a mediados de este mes la concesión de la ruta San José-Heredia a la empresa Busetas Heredianas, por acciones discriminatorias contra los adultos mayores.
Según inspecciones de la Dirección General de Atención al Usuario, la compañía impedía a los pasajeros mayores el abordaje si no había un chequeador presente.
Pese a la pertinencia de la medida de la Aresep y a lo establecido en La Ley Integral para la Persona Adulta Mayor, los casos de discriminación se presentan en las empresas de transporte público y los demás pasajeros irrespetan la prohibición de usar los asientos preferenciales.
El problema radica en que se ha delegado a las empresas el cumplimiento de los derechos de la población adulta mayor.
Queda en manos del chofer exigir que se cedan los asientos preferenciales y muchos deciden no hacerlo, quizás para evitarse problemas.
Población vulnerable. El transporte público es solo uno de los escenarios donde los adultos mayores deben lidiar con la apatía y el desdén de la población más joven.
Tuve la oportunidad de llevar a cabo mi práctica profesional universitaria en la Dirección de Prestaciones Sociales de la Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS), específicamente en el Área Ciudadano de Oro.
Ahí, he tratado con muchas personas mayores y he visto en ellas una realidad que, si bien es distante a la mía, me ha acercado a las dificultades que a diario deben enfrentar.
La mayoría de ellas no solo deben subsistir con pensiones raquíticas, fruto del trabajo de toda una vida, sino que, además, están expuestas a robos y estafas por su vulnerabilidad.
Así sucedió con don Miguel, a quien hace unos años despidieron de su trabajo tras hacerlo firmar un documento en el cual renunciaba a todos sus derechos como trabajador. Don Miguel no sabe leer.
Los adultos mayores crecieron en una época de muchas carencias y pocas oportunidades. Como doña Jenny, quien hoy viaja entusiasta desde Atenas para recibir cursos de computación en San José con la meta de cumplir el sueño postergado de estudiar.
Pocas oportunidades. Pero no todos tienen la misma suerte. Doña Blanca, aunque quiere, no puede asistir a las clases, pues debe cuidar a su hermano, un adulto mayor con discapacidad, quien, vale decir, es afortunado de no haber sido abandonado, como otros en su misma situación.
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Tal vez usted tenga el privilegio de envejecer y de que su cuerpo siga siendo el instrumento con el cual transite por un mundo completamente distinto, en una sociedad donde se haya aprendido a honrar a sus mayores.
De mi parte, puedo decir que la experiencia que tuve al trabajar con esta población me dio una mayor perspectiva sobre el significado de un acto tan simple como ceder el asiento. Podríamos comenzar por ahí, y por exigir servicios de calidad y trato preferencial a quienes, por ley, respeto y dignidad, lo merecen.
La autora es estudiante.