En una provincia que “conoce el hambre”, como Guanacaste, invertir en hoteles de lujo es una “desvergüenza”, dice la candidata a vicepresidenta del Frente Amplio (FA) Patricia Mora. La dirigente pidió el voto de los guanacastecos para José María Villalta con la promesa de frenar en seco los proyectos turísticos de “siete estrellas”.
El video lo difundió la candidata a diputada Suray Carrillo, opuesta a invertir en mejorar el aeropuerto de Liberia porque quienes menos lo usan son los guanacastecos. Los organizadores del debate donde Carrillo hizo su sorprendente declaración preguntaron por los planes de los candidatos para aumentar la competitividad del aeropuerto Daniel Oduber, partiendo de la obvia conveniencia de desarrollar el punto de ingreso de decenas de miles de turistas portadores de un río de divisas.
Seguramente los periodistas de guananoticias.com quedaron boquiabiertos ante la respuesta: “Yo hago una pregunta. De nosotros los guanacastecos, ¿cuántos usamos esos vuelos? Ni siquiera a veces para ir a San José, ¿verdad? Tuve una reunión en San Juanillo con las comunidades de lo que nosotros llamamos ‘ruta de la tortuga’ y esa misma pregunta hacíamos y la respuesta era negativa”.
En síntesis, si el grueso de los guanacastecos no viaja por aire con regularidad, no tiene sentido facilitar el ingreso de extranjeros interesados en pasar sus vacaciones en hoteles de siete estrellas. Guanacaste conoce el hambre y, al parecer, el Frente Amplio considera que debe conocerla mejor.
La provincia no tiene hoteles de siete estrellas. En realidad la clasificación no existe. La norma internacional llega a cinco, aunque el periodismo de viajes inventó las siete estrellas para referirse a alojamientos excepcionales, como el Burj Al Arab en los Emiratos Árabes Unidos o el Pangu Hotel en Pekín. En ellos es usual disponer de un mayordomo personal o un chofer de Rolls-Royce. Ni el conductor ni el mayordomo conocen el hambre.
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En Guanacaste hay hoteles de cinco estrellas, pero no son muchos. La mayoría son de categorías menores. Seguramente la aspirante a vicepresidenta se refería a la construcción de hospedajes de la máxima calificación, pero, como son pocos, quizá su crítica alcance a los de cuatro estrellas, todavía bastante lujosos comparados con el estándar de pobreza escogido por la candidata para decidir el tipo de inversiones aceptables.
Si donde hay pobreza, o hambre, no se debe invertir en hoteles de lujo, quizá tampoco tenga sentido hacerlo en los de cuasi lujo o incluso un poco menos. Tal vez no se deba invertir del todo en turismo o solo en la versión más modesta. Eso iría en consonancia con la idea de no gastar recursos en el aeropuerto o, dicho sea de paso, en cualquier otra comodidad para el turista. Mejor sería alejarlos de nuestro suelo. Hay países sin hambre, o con poca hambre, dispuestos a recibirlos.
Por otra parte, como la mayoría nunca se hospedará en un hotel de lujo, no hay razón para construirlos, y si a la BMW se le ocurriera instalar una fábrica en nuestro territorio, podemos contar con el Frente Amplio para impedirlo mientras los ciudadanos logran el poder adquisitivo para comprar vehículos costosos. El razonamiento alcanza hasta para darles un portazo a los modelos más modestos de Hyundai o Toyota. Lo importante, mientras haya hambre, es eliminar fuentes de trabajo.
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Carrillo critica los “megaproyectos” y se pronuncia por el “turismo rural comunitario”, es decir, el generador de menos empleo y riqueza. Con una oferta como esa, no haría falta mejorar el aeropuerto Daniel Oduber. En síntesis, el Frente Amplio ofrece a los guanacastecos la oportunidad de frenar el desarrollo de una de sus principales fuentes de empleo, en torno a la cual florecen pequeñas empresas dedicadas a los tours, el transporte, la alimentación e infinidad de actividades adicionales.
A lo largo de la campaña, el Frente Amplio ha procurado moderar su imagen y alejarse del radicalismo que lo caracteriza. Las dos candidatas nos han ofrecido una oportunidad para asomarnos a la verdadera orientación ideológica y el pensamiento económico de la agrupación. Es indispensable saber a qué atenernos, como ahora lo saben los guanacastecos. Para el Frente Amplio, una industria de $4.000 millones en el 2019 no vale la pena mientras en el país haya hambre, pobreza y desempleo.