El Congreso de Energía y Ambiente, organizado por la Cámara de Industrias de Costa Rica, renovó la discusión sobre el doble papel del Instituto Costarricense de Electricidad (ICE) como generador y árbitro de la distribución de energía en el país. El debate se centra en el contrasentido de un arbitraje sin neutralidad.
El Centro Nacional de Control de Energía (Cence), dependiente de la empresa estatal, asigna a diario el papel de las plantas generadoras disponibles en la satisfacción de la demanda. Eso incluye las del Instituto, los generadores privados y las cooperativas de distribución rural. El ICE, por su parte, obtiene ganancias por la producción, transmisión y venta de la energía generada de conformidad con esa planificación diaria.
Los industriales, la Autoridad Reguladora de los Servicios Públicos (Aresep) y la Contraloría General de la República (CGR) han expresado insatisfacción por la inexistencia de una autoridad independiente, capaz de garantizar neutralidad a la hora de decidir cuáles plantas atienden la demanda energética de cada día.
La decisión debería hacerse con el uso óptimo de las plantas y la eficiencia de los proveedores en mente. Un arbitraje justo estimularía la competencia y podría resultar en mejores tarifas para los usuarios. También estimularía decisiones de inversión más racionales por parte de generadores y distribuidores. Asimismo, contribuiría a la evolución del mercado eléctrico nacional y su adaptación a nuevas condiciones.
Ronny Rodríguez Chaves, ministro interino de Ambiente y Energía, se sumó, durante el congreso organizado por la Cámara de Industrias, a las preocupaciones por el control del ICE sobre el despacho de energía y no descartó la posibilidad de separar al Cence de la entidad. Esa parece la solución más clara si se pretende garantizar su independencia, aunque el funcionario también contempló la posibilidad de una desconcentración.
La diputada socialcristiana Daniela Rojas Salas, presidenta de la Comisión Especial de Energía de la Asamblea Legislativa, también señaló la urgente necesidad de dotar al Cence de independencia. “No debería estar en manos de un operador, y esas cosas las debemos discutir en la comisión para generar a los usuarios y a las empresas más oportunidades de negocio”, afirmó.
El consenso no es fortuito. La necesidad de un árbitro neutral cae por su propio peso. La expresión más bien resulta redundante, y solo cobra sentido al discutir los cambios requeridos por un mercado caracterizado por el inmovilismo, producto del excesivo apego al monopolio estatal.
Tampoco sorprende la ruptura del consenso precisamente por el poseedor del monopolio. Marco Acuña Mora, presidente ejecutivo del ICE, se aparta de los criterios descritos para defender la permanencia del Cence en la institución: “No creo que sacando el Cence del ICE bajen las tarifas. Tampoco creo que darle el volante del taxi al pasajero sea una buena decisión para el dueño del taxi, ¿verdad? Eso es todo lo que voy a decir sobre el Cence, pero son temas no tan fáciles cuando el ICE tiene la responsabilidad de abastecer la demanda nacional”, afirmó el funcionario en el curso de una conversación con sindicalistas de la entidad.
La metáfora escogida es reveladora. El ICE se considera dueño del taxi y no piensa darle a nadie más la posibilidad de manejarlo. Ese dominio se extiende a la programación de la maría y la regulación del tránsito, especialmente las rutas abiertas a la competencia. El ministro interino de Ambiente y Energía prometió una firme rectoría de su despacho. Es una estupenda idea.