Luego de arrebatar la administración de los 37 Ebáis del este de San José a la Universidad de Iberoamérica (Unibe) —con deterioro de la atención y aumento de los costos— la Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS) pretendió hacer lo mismo con las cooperativas encargadas, desde 1988, de atender a los pobladores de Barva y San Pablo de Heredia, San Francisco de Dos Ríos, San Antonio de Desamparados, Santa Ana, Escazú, Tibás, Pavas y Desamparados.
La decisión de «institucionalizar» esos Ebáis era estricta y absurdamente ideológica. Los estudios de la propia Caja señalaban su inconveniencia. Las cooperativas ofrecen el servicio a menor costo y satisfacen más a los usuarios. Quizá ese sea el pecado a ojos de grupos de presión organizados en lo interno de la Caja y representados en sus más altas esferas.
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La estrechez económica causada por la pandemia y los traspiés de la «institucionalización» de los Ebáis de la Unibe derrotaron el empeño de eliminar la contratación de terceros. Luego de muchos atrasos, la Caja comienza a transitar el camino correcto y, en la maraña burocrática, asoma la promesa de grandes beneficios para los usuarios.
Desde hace tiempo, las cooperativas insisten en ampliar sus horarios de atención y mejorar los servicios. Algunas se han adelantado a hacerlo, y sobrepasan las exigencias de sus contratos. Ahora la comisión técnica encargada de diseñar el cartel de licitación requerido para sustituir los contratos vencidos tiene la misión de replantear el paquete de servicios de atención primaria para ofrecer citas vespertinas e incluir más especialidades médicas, además de brindar consulta los sábados.
Las cuatro cooperativas contratadas hasta ahora por la Caja atienden a 560.000 personas en 117 Ebáis ubicados en diez áreas de salud. Ya constituyen un ejemplo y una aspiración para otras comunidades. Las mejoras en el servicio abrirán el apetito para avanzar en otras zonas. La Caja y las comunidades se verán favorecidas.
Por eso impacienta la proyección de culminar el proceso en dos años y medio o más. Según los encargados, el examen de las especificaciones técnicas comenzó hace cuatro o cinco meses. Sumada a la estimación citada, la contratación se completaría, con buen viento, en tres años. Las cooperativas llevan demasiado tiempo en la incertidumbre y precariedad. Mientras culmina la licitación estarán sujetas a la prórroga de los contratos y las comunidades quedarán a la espera de los servicios mejorados.
La Caja es una institución especializada en servicios de salud y no está inventando nada nuevo. La experiencia en la contratación de terceros ya es larga y constituye un indicador de las características deseables en los nuevos convenios. Todo eso debería contribuir a agilizar el proceso.
No obstante, el viraje hacia la contratación de terceros merece aplauso. La atención primaria de calidad alivia la presión sobre los niveles superiores del sistema de salud. En eso también hay ganancias para la Caja. Además, aumenta la detección temprana de males cuyo tratamiento es más eficaz y barato cuando se hace de manera oportuna.
Despreciar esos beneficios y estar dispuestos a pagar hasta un 50 % más (según estudios de la Auditoría de la Caja) por el gusto de brindar el servicio directamente y alimentar la tendencia de nuestras instituciones al gigantismo es una irresponsabilidad. En buena hora la Caja renunció a su impulso inicial. Ojalá la experiencia sirva para ampliar la apertura mental tanto como los horarios de atención.