Vuelvo a remachar sobre sobreprecios y sobrecostos en la Administración Pública, esta vez en la Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS), a la cual la mayoría le han disculpado los pagos de más.
En vista de tanta tolerancia, La Nación es uno de los pocos medios que, con martillazos, ha denunciado el exceso en el que ha caído la CCSS en nombre de la manoseada autonomía.
Los mandos en la CCSS han sido ambivalentes desde que estalló la crisis financiera en el 2011, debido a la falta de liquidez en el régimen de salud. Al principio, se socaron la faja, pero, conforme fueron percibiendo una mejora, la soltaron.
Así, hemos visto dos caras. Reclaman al Estado una deuda calculada por ellos en ¢2,2 billones, pero estimada por Hacienda en ¢200.000 millones. La deuda es monstruosa y, como advierten los mismos gobernantes de la CCSS, supone una presión excesiva en la estabilidad del seguro de salud.
Pero si la situación es crítica, ¿por qué la administración es tan poco responsable? Voy a los hechos.
En diciembre del 2017, la Junta Directiva le quitó a la Unibe el contrato de atención de 37 Ebáis a sabiendas de que institucionalizarlos costaría ¢4.200 millones más solo en el primer año. La advertencia provino de la propia Auditoría Interna y, aun así, los directivos aprobaron. No les importó.
Pasemos al 2019. La Auditoría Interna alertó de un sobreprecio en un edificio que la CCSS pretendía adquirir en Sabana por $4,5 millones para mover «con urgencia» a 138 funcionarios. «El informe de Auditoría no es la santa palabra», respondió un gerente, y lo pagaron. No les importó.
La coronación fue el «call center». Rompieron el contrato con una empresa que les daba el servicio, y para ello presentaron números irreales: pagarían ¢51.000 por operador en el primer año. ¿Dónde tienen la mente para calcular tan mal? Eran ¢466.000 por funcionario y, a causa del gravísimo error, los contribuyentes pagaremos sobrecostos.
Todos amamos a la CCSS. Es una bendición, pero sus fundadores estarían horrorizados si vieran cómo se juega con una de las joyas de este país, al punto que atropellan a la Auditoría Interna.
Despertemos. La CCSS tiene enemigos, pero adentro. Y sí, afronta una crisis, pero esta se debe al despilfarro con el cual permitimos que la administren.
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