El 23 de marzo el buque Ever Given encalló en el canal de Suez y puso a prueba, una vez más, las cadenas de abastecimiento y comercio globales. Los últimos 18 meses fueron retadores para el comercio mundial y este evento se suma a la pandemia y a la creciente preocupación y necesidad de las empresas por desarrollar resiliencia y asegurar la continuidad.
En una ruta en la que los accidentes no son frecuentes —solo 75 en los últimos 10 años—, una fuerte ráfaga causó que el colosal barco, del tamaño del Empire States de Estados Unidos, encallara transversalmente y bloqueó el canal en ambos sentidos.
Durante seis largos días, las economías del mundo estuvieron en vilo, en vista de la incertidumbre de la duración y capacidad de los expertos para reflotarlo, entre ellos, la Autoridad del Canal de Suez y las firmas Nippon Salvage y Smit Salvage, esta última, responsable de la recuperación del submarino ruso Kursk y el reflotamiento del crucero Costa Concordia.
El canal de Suez, una de las maravillas de la ingeniería del siglo XIX, tomó 10 años ser construida y costó muchas vidas. Fue inaugurada en 1869. Desde entonces, y producto del creciente intercambio comercial entre Europa y Asia, la ruta, de 163 kilómetros, es la vía por donde circula un 10 % del comercio global y el 25 % del flujo mundial de contenedores. Es también paso esencial para el trasiego de petróleo y gas natural de una región a otra.
El cabo de la Buena Esperanza supone 9.000 kilómetros más y 10 días a cada viaje, sin mencionar la amenaza de la piratería. Así, se entiende por qué el costo de transporte de contenedores, luego del bloqueo, se multiplicó en pocas horas.
Una combinación de pericia técnica, dragado, capacidad de remolque y la marea alta, gracias a la luna llena, hicieron posible desencallar la nave y reanudar la movilización de, cuando menos, 400 embarcaciones atrapadas.
Lo sucedido prueba la vulnerabilidad del comercio y las cadenas globales, así como el ingenio humano para resolver desafíos. Para el futuro, despertó las necesidades de asegurar mejor la ruta, incluso contra el terrorismo, e idear alternativas de abastecimiento. La diversificación de fuentes y proveedores de energía en la última década son un buen ejemplo.
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