Pocos cambios presentó el Banco Central en la revisión de su programa macroeconómico la semana pasada. Revisó algunas de sus proyecciones y anunció una baja en la tasa de política monetaria (TPM), en línea con lo que ha venido haciendo en las últimas semanas. Por lo demás, la meta de inflación y la política cambiaria las dejó intactas.
Queda claro, de la lectura del programa, que la principal preocupación del Banco Central sobre la economía costarricense no está en la estabilidad de los precios. Estos, según anunció ayer el INEC, más bien han caído un 0,32% en los últimos 12 meses. Eso es deflación, no inflación.
Los principales problemas de la economía vienen por el lado del bajo crecimiento de la producción y el consecuente alto desempleo, junto con un elevado y creciente déficit fiscal. Ahí es donde el Central muestra mayor preocupación.
Ahora bien, ¿qué puede hacer ante esta situación? Por el lado del crecimiento, creo que podría bajar un poco más la tasa de interés. Comparada con la inflación, la TPM sigue siendo alta. Aunque dicha tasa no es la más determinante del mercado financiero, al menos el Central ayudaría a quitarle algo de presión al financiamiento del déficit fiscal.
Si logra traducirse en menores tasas en el mercado financiero, también ayudará a fomentar un poco más de crecimiento. Si bien esta política puede generar alguna presión inflacionaria, eso no sería motivo de preocupación para el Central, en estos momentos.
Otro posible efecto de bajar la TPM es sobre el tipo de cambio. Tasas de interés altas, comparadas con las internacionales y en un entorno de poca volatilidad del tipo de cambio, hacen atractivo para los inversionistas traer divisas al país.
Bajar tasas desincentivaría la entrada de esos capitales y quitaría algo de presión a la apreciación del colón. Claro está, mientras el Gobierno siga endeudándose en el exterior para cubrir parte de su déficit, esa presión seguirá.
Ahora bien, es importante entender que no se puede decir que la economía crece más porque la inflación sube o porque la moneda se devalúa. Estas relaciones no se dan en forma directa, ni automática. Solo basta ver a Venezuela, que tiene la inflación más alta y la moneda más devaluada de Latinoamérica, pero uno de los crecimientos más bajos.
Los verdaderos factores que fomentan el crecimiento de la producción tienen que ver con otras políticas, que están en manos de instancias que no son el Banco Central.
(*) Luis Mesalles obtuvo su doctorado y maestría de Economía en The Ohio State University y su bachillerato en Economía en la Universidad de Costa Rica. Actualmente, es socio-consultor de Ecoanálisis y gerente de La Yema Dorada. Participa en varias juntas directivas. Anteriormente, fue vicepresidente de la Junta Directiva del Banco Central de Costa Rica, presidente de Academia de Centroamérica, profesor en la Universidad de Costa Rica y en la Universidad Stvdium Generale.