Varios son los indicadores que alertan sobre el futuro del sistema de pensiones en Costa Rica: la razón de dependencia se duplicará en las próximas dos décadas, el régimen de Invalidez, Vejez y Muerte (IVM) comenzará a usar sus reservas en el 2041 y las agotará en el 2047, y la proporción de adultos mayores por cada 100 personas en edad de trabajar pasará de 16 a 31.
En ese contexto, se vuelve urgente pasar del diagnóstico a la acción. La mesa de diálogo nacional organizada por la Supén deja una hoja de ruta técnica compuesta por 36 propuestas que buscan redefinir el sistema de pensiones bajo un nuevo paradigma de sostenibilidad, equidad e inclusión.
Algunas ideas confirman lo esperado, como el aumento en el número de cuotas para una pensión completa o la creación de un beneficio proporcional con menos años cotizados. Otras, en cambio, son profundamente disruptivas. Proponer una contribución del 3% del IVA directamente al financiamiento de pensiones marca un cambio de lógica: se reconoce que un sistema basado únicamente en salarios no será suficiente en una economía con alta informalidad y envejecimiento acelerado. Lo mismo puede decirse de la propuesta de aplicar una contribución especial a las empresas de zonas francas, que hasta ahora han estado exentas de muchas cargas sociales.
Son ideas que rompen inercias institucionales y podrían abrir nuevas fuentes de ingreso para un sistema asfixiado. Destacan también medidas con enfoque de equidad, como los créditos por maternidad o el bono de género, que reconocen las trayectorias laborales interrumpidas de muchas mujeres, o utilizar recursos del Estado para financiar una pensión mínima para aquellos que no pueden cotizar al sistema, garantizando un ingreso básico para los más vulnerables.
La propuesta de portabilidad de pensiones apunta a una Costa Rica más conectada con su diáspora y la movilidad laboral global. Y el desarrollo de una app móvil para cotizantes refleja una apertura a la digitalización, vital para vincular a los trabajadores independientes y jóvenes con el sistema. La columna vertebral del nuevo modelo deberá ser una combinación inteligente de incentivos, ajustes y nuevos ingresos. Pero, para lograrlo, hará falta no solo liderazgo técnico, sino también voluntad política.
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Andrés Fernández Arauz es economista.