Señoras y señores: por favor, ajústense sus cinturones de responsabilidad y prudencia. Hemos entrado en un área de turbulencia retórica y recriminaciones desbordadas. Si no adoptamos cuidados básicos ante su arremetida, la nave en que todos viajamos (Costa Rica) podría sufrir severos daños.
Varios hechos reales explican el problema: déficit fiscal mayor al estimado, peligroso aumento en la deuda pública, baja en su calificación por parte de la agencia Moody’s y crecimiento del desempleo, aunque no sea “estadísticamente significativo”. Justificado corolario: incertidumbre y desconfianza, y exigencias al gobierno de ahorrar y “hacer más” para impedir que la turbulencia se vuelva tormenta.
Ante tal coyuntura, los actores políticos y sociales no solo tienen el derecho, sino el deber, de exigir cuentas, pero también de involucrarse en la búsqueda de soluciones. Algunos siguen esta línea, que ha sido clave para impulsar reformas esenciales y postergadas por años. Pero otros, con oportunismo suicida, creen que se les ha abierto un gran tesoro para el rédito político.
Entre los componentes de su estrategia, además de algunas fake news, está enmarcar los problemas reales —y con solución— en una visión catastrófica de la realidad, inventarles resentimientos e ímpetus malsanos a funcionarios alejados de esas turbias prácticas, reactivar la desconfianza para bloquear acuerdos y abandonar los matices de la discusión para atrincherarse en el “ellos contra nosotros”. Es decir, quemar las naves de la interlocución democrática.
El injustificado y peligroso corolario de esas turbulencias fabricadas no será, como torpemente suponen sus impulsores, potenciar intereses personales o subir puntos partidistas de cara al Directorio legislativo o las elecciones nacionales. Más bien, me temo que, al alimentar frustraciones, exacerbar reclamos, fabricar fantasmas y estimular simplismos de salvaciones “mágicas”, la principal consecuencia será retrasar las soluciones y dar ímpetu a quienes impulsan opciones populistas o autoritarias. De aquí la importancia de rechazar la crispación e impulsar, de nuevo, el discurso civilizado, la búsqueda de acuerdos y el ejercicio de una oposición responsable. Son parte de los cinturones que sostienen la democracia.
Correo: radarcostarrica@gmail.com
Twitter: @eduardoulibarr1
El autor es periodista y analista.