Columnistas

Polígono: Traduzco, soboteo

El escritor santalucense Derek Walcott vino a Costa Rica, pero alguien impidió el encuentro con este columnista.

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¿Existe en España un pelotón de traductores en bruto utilizado por los editores cuando quieren publicar poesía escrita originalmente en inglés? ¿Toman uno de la fila, lo contratan con un tenue emolumento, le fijan plazo de entrega y manos a la obra? ¿Explica eso los desaciertos en traducciones de los poemas de Bradbury, Auster y Walcott? Gracias a una de ellas, Walcott llevó a Juan el Bautista a predicar en Noruega, pues “el vado de un arroyo” (the ford of a brook) se lo tradujeron como “el fiordo de un arroyo”. Más adelante, el mismo traductor le embrolló tres versos de tal modo que un cedro acabó dando manzanas de agua cuando, en realidad, esas tres líneas dicen: Se herrumbran serenamente los palos de mango florecidos, nadie conoce el nombre de aquel cedro voluble del que caen flores acampanadas y el árbol de manzanas de agua cubre el suelo con el púrpura de sus frutos.








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