Columnistas

Polígono: Feliz encuentro

Niños de la isla de Chira viajaron cientos de kilómetros para visitar la Feria del Libro. ¿Cómo no reconciliarse con el mundo al verlos?

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Mi caminata matinal. Acera estrecha. Me veo rodeado, de pronto, por una multitud ordenada, pero bulliciosa, que desciende de un autobús de excursiones. Son, calculo, medio centenar de niños de primaria con uniformes de escuela pública. Los acompañan un par de maestras, un grupo de adultos, al parecer padres de familia, algunos de ellos con atuendos aborígenes tradicionales, y, finalmente, un corpulento maestro de bonachona apariencia, muy preocupado por lograr que el desfile —al cual no me queda más remedio que unirme— marche en la dirección correcta. Ahora tenemos que cruzar una calle: el conductor del autobús y un vecino de buena voluntad, plantados en medio de la vía, detienen la circulación para permitir que pasemos en fila india hasta la acera de enfrente, y es entonces cuando alcanzo a ver, en la camisa blanca del maestro, el nombre de una escuela ¡de la isla de Chira!








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