La Junta Directiva se ha convertido en uno de los lastres de la Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS). A veces gobierna y muchas desgobierna.
El problema radica en sus atribuciones. Por un lado, los nueve directores tienen una sofocante incapacidad para sancionar la corrupción y, por otro, una trepidante capacidad para aumentar el gasto. Si a eso se suma el exiguo desempeño de los tres representantes de los trabajadores (un cooperativista, un sindicalista y un solidarista) más los tres del sector patronal, la situación se torna preocupante.
Recapitulemos. Vamos a la incapacidad de los directores. Hace casi dos años, estalló el escándalo de corrupción debido a millonarias compras de mascarillas. ¿A quién han sancionado? A nadie. Pasemos al fiasco del call center. La Directiva consintió la ruptura del contrato con una empresa que daba servicio de 14 a 24 horas a bajo costo, para encargarlo a funcionarios en planilla que cobran salarios más altos y solo laboran durante las tradicionales “horas de oficina”.
Saltemos a los Ebáis. Se los quitaron a la Unibe en el 2020, a sabiendas de que institucionalizarlos costaría ¢4.000 millones más al año, y ahora, como si no fuera suficiente, licitarán 138, pero ponen una condición a los oferentes: reducir la consulta de 15 a 12 minutos (un médico atenderá cinco personas por hora).
Si se suman estas y otras acciones, todas socavan la calidad del servicio que pagamos los trabajadores con parte de nuestros salarios. Lo alarmante es que los representantes laborales y patronales en la Directiva lo toleran sin mayor aflicción por los usuarios o el derroche de dinero.
Atemos más cabos. El ministro de Hacienda, Elian Villegas, advirtió en diciembre a los diputados de que en la CCSS, con respecto al gasto, “no hay ninguna prudencia”. ¿Qué hicieron los diputados? Nada. Y es que no se trata de limitar gasto en salud, sino de dar un uso racional al dinero porque cuanto más se dispare el presupuesto de la Caja, mayor será el incremento en las cargas sociales y más trabajadores serán condenados a la informalidad.
Es fácil llegar a conclusiones. Muchos de los males de la CCSS tienen su origen en la Junta Directiva, donde la representación laboral es un asunto solo en el papel.