La inmunidad de rebaño está cerca. El demógrafo Luis Rosero Bixby la ve tan próxima como diciembre, si mantenemos el ritmo actual de vacunación. En agosto, podríamos alcanzar un estado intermedio de «cuasi inmunidad colectiva», apto para normalizar la mayor parte de actividades, con respeto a las medidas básicas de protección: uso de mascarillas y evitar aglomeraciones.
Importa, sin embargo, repasar los supuestos de tan halagüeña proyección. El primero es la inoculación de 200.000 personas a la semana. Eso implica la importación de dosis al ritmo actual y el espaciamiento de tres meses entre la primera y la segunda inyección, como se viene practicando. A ese paso, el estado de cuasi inmunidad se alcanzaría a finales de agosto, cuando el 65 % de la población haya recibido por lo menos una dosis.
El segundo supuesto es la inoculación con vacunas capaces de ofrecer un 70 % de protección después de la primera dosis. Las de Pfizer y AstraZeneca cumplen el requisito, pero hay razones para dudar del mismo efecto con otros fármacos. Chile y Uruguay utilizan el producto de Sinovac para ampliar el alcance de sus programas de vacunación y no han logrado contener el virus, pese a los altos porcentajes de población inoculada.
La vacuna china es segura, pero su eficacia es menor y hay creciente consenso sobre la necesidad de una tercera dosis. Chile ya firmó contratos con Pfizer y la propia Sinovac para asegurarse el refuerzo. El fármaco habría sido una bendición para nuestro país en enero, cuando ningún grado de eficacia era poco, pero, en la actualidad, a meses de la inmunidad colectiva, podría introducir confusión e incertidumbre.
LEA MÁS: Siete de cada diez mayores de 58 años tienen su vacunación completa contra covid-19
La importación de la vacuna de Sinovac es una idea recurrente en el debate público nacional desde su aprobación, el 1.° de junio, por la Organización Mundial de la Salud. La impaciencia y la simple lógica de la abundancia impulsan los llamados a considerarla; sin embargo, el adagio previene contra el cambio de caballo a la mitad del río.
Pfizer y AstraZeneca superaron las dificultades iniciales, regularizaron su producción y encontraron medios para incrementarla. Las entregas a Costa Rica han ido en aumento. Si en las próximas semanas se incrementaran a 260.000 dosis, las proyecciones de Rosero se adelantarían un mes.
El regreso de una «cuasi normalidad» en seis u ocho semanas parece fantasía, especialmente en este momento de desasosiego, pero los números apuntan en esa dirección. Mejor reforzar la tendencia con más de lo mismo.
agonzalez@nacion.com