El compromiso bioambiental nos ha generado amplia cooperación internacional. Existe un consenso nacional de que la biodiversidad es motor de desarrollo económico. Y sabemos que los ecosistemas saludables, abundantes y diversos mitigan el cambio climático, generan seguridad alimentaria, protegen los suelos y mejoran nuestra calidad de vida. De ahí la importancia que debemos otorgar a la conferencia mundial sobre biodiversidad, o COP15, que comenzará el miércoles 7 en Montreal, Canadá.
Como la más publicitada, la COP27 sobre el clima, celebrada en noviembre, esta se realiza en medio de un panorama desolador, marcado por el acelerado ritmo en la desaparición de especies, la sobreexplotación de recursos, las prácticas agrícolas insostenibles, la contaminación y el deterioro terrestre y marítimo. Es una ruta hacia el desastre, acelerada por su interacción con el calentamiento global.
Conclusión: debemos hacer todos los esfuerzos por que los resultados de esta COP15 superen a la 27, que se focalizó más en la adaptación que en la mitigación del cambio climático. Se impone, cuando menos, aprobar un robusto marco para la acción, con las 22 metas ya propuestas para el 2030, y que permita avanzar en proteger los ecosistemas en riesgo y restaurar los que han padecido graves daños.
El liderazgo de Costa Rica hacia estos objetivos es irrenunciable. Nos tocan más de cerca. Se vinculan estrechamente, pero van más allá de la agenda climática. Tenemos el acervo natural, diplomático y reputacional para impulsarlos. Y son un ámbito en que compromisos e intereses, tanto locales como globales, están en armonía. Hasta ahora, poco se ha divulgado sobre qué impulsaremos en Montreal. Este inquietante silencio debería romperse de inmediato. Ojalá con una visión clara e integral.
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