El plan para resolver la mala situación fiscal, presentado ante la Asamblea Legislativa por el ministro de Hacienda, sorprendió a todos.
Contiene buenas propuestas en la dirección correcta para resolver el problema del elevado déficit. Ataca enérgicamente la evasión, busca reducir el gasto público, reemplaza deuda cara por barata y baja la deuda por medio de la venta de activos y el uso de superávits de instituciones autónomas.
Mediante el plan, el ministro Chaves prevé aumentar la carga tributaria en 4,4 puntos porcentuales del PIB de aquí al 2024. Es un aumento muy fuerte, en un tiempo muy corto, sobre todo si se toma en cuenta lo que se tarda en este país para hacer un trámite, que, en este caso, incluye la aprobación de la Asamblea, la elaboración del cartel de licitación y las posibles apelaciones. Si el ministro lo logra, debería llevarse, como mínimo, un premio Nobel.
Por el lado del gasto, el gobierno da el paso de presentar una ley de empleo público. Además, propone mejorar la gestión administrativa. Aún faltan los detalles de ambas propuestas para entender mejor cuáles podrían ser los efectos. En el pasado, otros han dicho que mejorarán la eficiencia sin haber progresado mucho al respecto.
La parte negativa del plan es el mensaje que envía. Se presenta como una propuesta que no tocará el bolsillo de las personas. Luego da a entender que, como la evasión y el lavado de dinero son muy altos —aunque después corrige en cuanto al lavado—, lo que se recaude por esos dos rubros generará suficiente dinero para cerrar la brecha fiscal. Es decir, al cobrarles más impuestos a los ricos de Escazú que andan en Maseratis, el pueblo no tiene por qué preocuparse. Con el aumento pretendido en la carga tributaria, es imposible que no terminemos todos pagando más impuestos.
Además, cuando el ministro junta el mensaje anterior con la propuesta de abrir el secreto bancario, asusta a mucho inversionista y empresario, incluso a quienes han obtenido sus ganancias legítimamente.
En momentos cuando la economía crece poco, se necesitan señales claras y creíbles en dos sentidos: que el problema fiscal va camino a resolverse y que existirá un ambiente propicio para invertir, hacer negocios y producir en el país. Para todo ello, aún faltan detalles por afinar, y “aterrizar”, en el plan presentado por Hacienda.
El autor es economista.