En la celebración del Día de la Empresa Privada, organizada por la Unión de Cámaras (Uccaep), el presidente, Carlos Alvarado, intentó recuperar la confianza del sector empresarial, luego de unas semanas de acciones y mensajes fatídicos.
Se hizo presente con casi la totalidad del gabinete, en una muestra de reconocimiento de la importancia de las empresas para el país, pues de ahí proviene la gran mayoría de las fuentes de producción, riqueza y trabajo, así como una parte muy significativa de los impuestos que recoge el gobierno.
En su discurso, el presidente destacó lo bueno que ha hecho su administración para el país, mediante la aprobación de leyes y construcción de infraestructura. No hay duda de los avances a la vista en algunos aspectos que llevaban años de retraso. Sin embargo, la recuperación de la confianza va más allá de las acciones enumeradas por el mandatario. De ahí que, en una parte del discurso, el presidente de la Uccaep, Álvaro Sáenz, reclamó el ambiente de conflicto, divisiones y sesgos de unos contra otros que se ha venido generando en el país. A los productores, se les pone a pelear con los ambientalistas. A los pequeños, contra los grandes. A los empresarios formales se les trata como evasores e irresponsables.
Con el lema “el que nada debe, nada teme”, quien se oponga a que su libertad sea coartada, por medio de la violación de sus vidas privadas, es tachado de delincuente. Se percibe una tendencia, en algunas dependencias públicas, de un ambiente hostil, en contra del empresario, en lo que don Álvaro califica como “un afán desmedido por amedrentar a la actividad formal”.
¿Quién va a querer invertir así? Más de un empresario piensa: “Tras de que cuesta ganarse los cinquitos, y que encima a uno lo traten así, mejor meto la plata al banco y me quedo tranquilo en casita”.
Para recuperar la confianza, el sector empresarial no pide privilegios ni prebendas, sino oportunidades. Que el empresario, de cualquier tipo, que quiera poner en práctica una idea para producir, generar trabajo y riqueza lo pueda hacer en libertad. Obviamente, con responsabilidad, pagando los impuestos que correspondan y respetando los derechos de los demás. A cambio, el empresariado le pide al Estado actuar responsablemente siendo sumamente competitivo y eficiente al utilizar los recursos pagados por los privados en forma de impuestos. No es mucho pedir.
El autor es economista.