La premura por resolver el problema de los números fiscales pone en riesgo la corrección de los problemas estructurales que nos han llevado a la situación actual.
Más que simplemente bajar gastos o subir impuestos, los cambios deben buscar producir una mejoría en la eficiencia y la eficacia.
La estricta aplicación de la regla fiscal restringirá fuertemente el crecimiento del gasto el año entrante, y aún más a partir del 2021. Los gastos corrientes, sin contar los de capital e intereses, podrían bajar de un 16 % del PIB en el 2020 a un 12 % en el 2025. El gobierno tendrá que hacer recortes, principalmente en remuneraciones, transferencias y compras de bienes y servicios.
Bajar el gasto y mejorar la calidad de los servicios públicos, que tanto demanda la población, únicamente es posible si hay cambios estructurales. Para ello, debe aprobarse una ley de empleo público que transforme el esquema de remuneraciones; migrar a uno donde primen la eficiencia y la eficacia en la función pública.
Se debe evaluar, además, la pertinencia de cada transferencia que hace el Gobierno Central, así como la gestión de las instituciones que reciben esos recursos. De esas evaluaciones deben surgir cambios en la forma como se manejan los recursos, en procura de hacer siempre mucho más con lo poco que se tiene.
En cuanto a los ingresos, se debe buscar la simplificación del sistema tributario, con el objetivo de disminuir distorsiones y facilitar la recaudación de impuestos (volver menos atractiva la evasión y elusión).
La eliminación de ciertas exoneraciones, como propuso esta semana el gobierno con respecto al IVA, va en la dirección correcta, con la salvedad de que la tasa debe bajar al 11 o al 10 % para neutralizar el golpe en los bolsillos de la gente y desincentivar la evasión.
Parecido con el impuesto sobre la renta. Deben unificarse las fuentes de renta de las personas en una sola declaración y aplicar tasas impositivas menores a cada porción de ingresos. También se deben eliminar muchos de los impuestos menores, porque consumen más recursos en la recaudación que lo que ingresa.
La gente no quiere pagar más impuestos para que se siga haciendo lo mismo. Si no hay cambios estructurales en la gestión del gobierno, será imposible llegar a acuerdos políticos que nos saquen del atolladero.
El autor es economista.