Columnistas

Las vallas electorales

Ningún electorado de la historia de la nación costarricense ha sido más arisco o indiferente que el actual.

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Ningún electorado de la historia de la nación costarricense ha sido más arisco o indiferente que el actual. Desde hace dos décadas, la mayoría de los electores inició su repudio a la tradicional “fiesta electoral”; rechazaron toda exhibición de signos externos (banderas, afiches, calcomanías, camisetas), se alejaron por completo de las anodinas y anacrónicas plazas públicas, de los fantasmales clubes de partido, de otras brillantes muestras de creatividad democrática (“pintas” en calles y puentes, “piquetes”, etc.), y decidieron ir por sus propios medios a los centros de votación en respetuoso recato.








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