La ministra de Salud, Joselyn Chacón, se metió solita en un laberinto oscuro del que difícilmente podrá salir, debido a la evidente desconfianza que genera la forma como maneja la pandemia.
Su reciente comparecencia ante la Asamblea Legislativa confirmó la improvisación y la falta de sustento técnico que caracterizan las decisiones que ha tomado desde que asumió el cargo en el Ministerio.
Con intervenciones parcas, incoherentes y hasta confrontativas, la jerarca fue incapaz de brindar datos sólidos para defender su campaña en contra de la vacunación obligatoria anticovid.
Tampoco pudo explicar con claridad qué acciones concretas piensa tomar para enfrentar el actual pico de virus respiratorios que mantiene desbordado al Hospital Nacional de Niños.
Y, mucho menos, presentó un plan para evitar que se desperdicien los miles de vacunas que, según afirma, corren el riesgo de vencer por una supuesta compra excesiva del anterior gobierno.
Tal vez sin calcular el alto rating de su intervención, la jerarca optó por mostrar ante el país un discurso evasivo que más bien alimentó los cuestionamientos de los diputados.
Ni siquiera los salvavidas que intentaron lanzarle los legisladores oficialistas y del fabricismo lograron disimular la falta de preparación con la que acudió al plenario.
Más bien, cometió el enorme desliz de arrogarse decisiones, como el retorno a clases presenciales y la flexibilización de las medidas sanitarias, que fueron cosecha de su antecesor.
Después de tres horas de sesión, Kattia Rivera, jefa de fracción del Partido Liberación Nacional (PLN), se encargó de enviarle un dardo lapidario: “Quiero hacer un recordatorio: el primer delito que comete un funcionario es, precisamente, aceptar un puesto para el que no está capacitado”.
Ese fue el punto final de una comparecencia convocada para aclarar dudas y pedir cuentas, pero que terminó dejando más preguntas que respuestas.
Una de las grandes interrogantes que quedan gravitando es si la actual rectora del sector sanitario posee la capacidad y el conocimiento requeridos para encarar este momento crítico.
Pero también cabe preguntarse si, con el propósito de mostrar disciplina ante su superior, la ministra prefirió desestimar la ciencia y adentrarse en un laberinto sin salida para defender lo indefendible.
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El autor es jefe de información de La Nación.