Durante la Guerra Fría, uno de los mayores temores fue la posibilidad de una confrontación nuclear, y el momento más cercano a que sucediera fue la conocida crisis de los misiles de Cuba, ocurrida en octubre de 1962. Dichosamente, prevaleció la sensatez y, más aún, se abrieron canales de comunicación muy directos entre los líderes de Estados Unidos y la extinta Unión Soviética.
Hace unas pocas semanas reconocimos, con motivo de la muerte de Gorbachov, que uno de sus grandes méritos fue el haber negociado con Ronald Reagan varios acuerdos de reducción de armas nucleares, una decisión histórica.
Esta semana, empero, Vladímir Putin expresó en una conferencia de prensa que no dudaría en utilizar todos los recursos a su alcance, entre ellos, armas nucleares, y afirmó categóricamente que no estaba alardeando. Sus afirmaciones son dignas de ser estudiadas, principalmente, en el contexto actual, y resultan muy alarmantes.
La invasión ilegítima a Ucrania no ha tenido los resultados por él esperados, denotando no solo un mal cálculo político, sino también debilidades militares, cuando en el pasado proyectaba un gran poderío.
Las fuerzas rusas no lograron repetir la historia de Crimea, y sufren múltiples bajas que sus dirigentes quieren desmentir y que la OTAN calcula pueden estar cercanas a varias decenas de miles, que lo han obligado a tomar una difícil decisión, convocar a 300.000 reservistas, lo que acercará el conflicto aún más a su gente y despierta temores y malestar.
Ucrania retomó el control de varias zonas controladas por los rusos y el intento de anexión de partes de su territorio con población prorrusa mediante referendos está por verse; además, aliados como China y la India están dando indicios de distanciarse de Moscú.
Putin encarna a un peligroso león herido y es, desde esta perspectiva, que sus amenazas resultan más peligrosas, viendo además que no ha tomado medidas correctivas frente a la alerta de las Naciones Unidas en cuanto a que ataques rusos han puesto en “riesgo muy real de desastre nuclear” la planta nuclear Zaporiyia.
Por la seguridad mundial, esperemos que sea solo un retórico desplante y la sensatez, pese a su momento de debilidad, prevalezca.
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La autora es politóloga.