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Fin del mundo educado

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A veces es bueno llegar al fin del mundo. Da perspectiva. El fin del mundo es, en este caso, Estonia. Hace un frío duro, húmedo, y, en marzo, un sol pálido transita de puntillas por el horizonte. Se trata de un país pequeño, con un nivel de desarrollo no mucho más avanzado que el nuestro y que se independizó de la antigua Unión Soviética hace poco más de veinte años.








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