El también fabricista Jonathan Prendas incurrió en una «vulneración grosera» del deber de probidad al aceptar un viaje a España pagado por un empresario, dijo la Procuraduría en diciembre. «Es evidente entonces que el imputado actuó guiado por sus intereses personales, obedeciendo únicamente su propia agenda, colocando de forma irresponsable y reprochable a la Asamblea Legislativa en oscuridad total respecto de las gestiones que efectuaba en su nombre», dice el informe.
Ninguna autoridad se ha pronunciado sobre el intento de la fabricista Marolin Azofeifa de librarse de una multa de tránsito alegando su cargo. La diputada invocó la inmunidad parlamentaria, señaló la placa del vehículo en que viajaba y advirtió al policía sobre la posibilidad de verse en los tribunales. Cuando el incidente fue público, ofreció disculpas, pero el quebrantamiento de la ética es evidente.
El Tribunal Supremo de Elecciones todavía estudia los cuestionamientos al manejo financiero de la campaña de Restauración Nacional, encabezada por el fabricismo. El diputado Carlos Avendaño, líder del partido, se lavó las manos de lo sucedido y, más bien, exigió a Alvarado explicar los hechos. También hay investigaciones abiertas en el Ministerio Público.
Francisco Prendas, excandidato a la vicepresidencia y presidente de Nueva República, controla el Diario La Carta, medio cuestionado por divulgar informaciones falsas y siempre favorables a las tesis de su partido. Su hermano Jonathan no tardó en salir a defender las informaciones pese a la demostrada falsedad.
Los traspiés éticos de Nueva República son demasiados en muy poco tiempo. Otros partidos incurren en faltas iguales o peores, pero una agrupación fundada en valores religiosos adquiere un compromiso especialmente riguroso y se expone a ser juzgada de conformidad. Los hechos dan la razón a la Alianza Evangélica y su decisión de guardar distancia de la política partidista.
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