Columnistas

El Somoza de ahora es de apellido Ortega

Ortega, que eliminó adversarios y desintegró la oposición, creó un inmenso vacío de interlocución y quedó solo en la mesa. Solo su salida del poder podrá contener de forma sostenible los descontentos.

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La crisis política de Nicaragua se las trae. Por una parte, la sangre sigue corriendo en sismos reminiscentes de los fuegos del 78, en el entierro de Pedro Joaquín Chamorro, cuando el pueblo selló, en las calles, la agonía terminal de la dinastía somocista. Pero hasta ahí llega la similitud de la inestabilidad de hoy con el escenario de ayer.








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