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El albur constituyente

Nuestro sistema político no da. Funciona, es cierto, pero muy mal

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Nuestro sistema político no da. Funciona, es cierto, pero muy mal. Ninguna epicrisis política podría ser menos original, ni más realista. El problema ha sido debatido ad nauseam. Se parte del sistema representativo, la creación de partidos, el financiamiento de campañas y el número y forma de elección de diputados. Se pasa por la superabundancia institucional reiterativa, las disfuncionalidades de la descentralización y la rigidez de las autonomías. Y sigue: la tragedia de la educación pública condenada a la mediocridad, los sistemas duplicados de atención social, el sitial “paralegislativo” de la salvaguarda constitucional, la gestión judicial dislocada entre lo administrativo y lo jurisdiccional, la informalidad institucionalizada. Ningún estamento funciona a cabalidad.








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