En plena pandemia, hay que mantener la mirada en el vaso medio lleno. El nuevo coronavirus abrió, en definitiva, el camino a cambios que en tiempos normales nunca imaginamos. Por ejemplo, clases a distancia en escuelas, colegios o universidades.
Es cierto, nos tomó por sorpresa y no hubo tiempo de capacitar a los educadores para enseñar en forma remota. La dinámica es quizás más exigente, pero lo positivo es que miles de docentes aceptaron el reto de aprender haciendo.
De un día para otro, se vieron obligados a usar Zoom, Hangouts, Teams, WhatsApp y Facebook. Se motivaron a hacer presentaciones digitales y videos caseros. Pero, lo mejor, tuvieron que poner a volar la creatividad para educar en forma remota.
El problema mayor, realmente, no está en los docentes. Está en los alumnos no solo por la falta de costumbre a sentarse enfrente de una pantalla de computadora, de tableta o celular, sino también por la pobre conectividad que sufren en sus hogares o en sus dispositivos móviles. La pandemia destapó la pobreza digital de Costa Rica. La destapó, pero también forzó a enfrentarla.
Lo que hicieron las universidades de Costa Rica (UCR) y Nacional (UNA) es ejemplar y muy práctico. La UNA compró 3.000 tarjetas SIM y las repartió entre alumnos que califican en pobreza o pobreza extrema con el fin de que puedan recibir lecciones a distancia en sus celulares. El chip tiene acceso a Internet ilimitada en la plataforma universitaria y ocho gigas para navegar en sitios ajenos.
La UCR fue un poco más allá. A 1.750 estudiantes sin conexión a la red o computadoras presta igual número de tabletas con acceso a Internet y 100 minutos de llamadas.
Katherine Jara Coto, que estudia Archivística, y Herbert Hernández Mora, de Ingeniería Topográfica, contaron cómo esta ayuda los reconectará con la universidad.
Un simple chip. Una pequeña tableta. El Fondo Nacional de Telecomunicaciones (Fonatel) debería enfocar sus ociosos millones de dólares a conectar, fácilmente, a estudiantes ya identificados en pobreza o pobreza extrema que en esta pandemia pierden sus clases o se ven forzados a renunciar.
amayorga@nacion.com
Armando Mayorga es jefe de Redacción de La Nación.