Lamento decepcionarlos, pero quienes alberguen la esperanza de la finalización de la emergencia causada por la covid-19 después de la Semana Santa se llevarán un frío baño de realidad. Resulta iluso pensar que, en los siguientes 10 días, el coronavirus va a desaparecer por arte de magia y vamos a retomar el ritmo de vida precrisis.
Pues no, la evidencia científica y las trágicas experiencias en otras latitudes nos ponen frente a una verdad incontrovertible: se aproxima la etapa más dura. De acuerdo con proyecciones de las autoridades sanitarias, Costa Rica va a lidiar con el temido pico de contagios en mayo. Por eso, resulta inimaginable que el gobierno vaya a flexibilizar las medidas adoptadas para evitar la propagación masiva del SARS-CoV-2.
El mismísimo Donald Trump, uno de los líderes mundiales más escépticos sobre el impacto de la covid-19, dio el brazo a torcer y pidió a sus conciudadanos estar preparados para un periodo “muy doloroso”.
Trump giró radicalmente su mensaje en momentos en que Estados Unidos se enfila hacia el pico de contagios, con la espeluznante proyección de que podrían morir entre 100.000 y 240.000 personas. Nosotros, de momento, hemos sido espectadores privilegiados de lo que ha estado ocurriendo en otros países, donde el coronavirus causó estragos primero.
Contamos con la experiencia acumulada en los últimos meses en cuanto a los aciertos y errores cometidos en otros lugares y las aleccionadoras imágenes de hospitales colapsados y de féretros a la espera de ser llevados a la fosa.
Teniendo esta colosal ventaja brindada por el destino, muy mal haríamos si ignoráramos las evidencias sobre la contagiosidad del virus y bajáramos la guardia justo cuando debemos estar más alerta. El gobierno y la Asamblea Legislativa han intentado favorecer la permanencia en las casas y generar oportunidades de apoyo económico a la población antes de la hora cero.
Si bien la espera y el prolongado aislamiento resultan desgastantes, tenemos una oportunidad única para evitar un aumento descontrolado de enfermos y muertos. Preparémonos con responsabilidad para lo venidero.
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Ronald Matute es jefe de Información de La Nación.