Son los menos. Pero tienen voz y repercusión. Así, han denigrado la profesión docente.
En el desprestigio al que esos pocos han llevado la imagen de los educadores, colaboró el Colegio de Licenciados y Profesores (Colypro), pero los máximos responsables son los sindicatos, que azuzan para obstruir el libre tránsito vehicular y cerrar centros educativos.
El Colypro, obligado por ley a velar por un ejercicio ético de la profesión y por la calidad de la educación, incumplió esa misión, pues, en la huelga de 89 días, financió ¢10 millones en “motivadores” del movimiento que atentó contra estudiantes.
Los sindicatos, con los ¢10 millones de Colypro, entre otros, llevaron a maestros y profesores a quitarse la máscara para dejarse ver cual son, al punto que impidieron el libre tránsito; violaron el derecho a la educación y boicotearon un acto cívico tan significativo como el viaje, mano en mano, de la antorcha de la independencia.
Lo que sembraron los sindicatos en esos 89 días dio su cosecha: vemos hoy cómo una “maestra” se convierte en sospechosa de instigar —en un audio— a dispararle al presidente, Carlos Alvarado.
Si al final la mujer de la grabación es ella, habrá que cuestionar al MEP, sindicatos y padres, ¿cómo permitieron a una persona tan vulgar, desbocada y desequilibrada, el privilegio de educar a niños de 7 a 11 años? La “maestra” acumula ausencias y denuncias por agresión verbal… ¡Y seguía en el puesto!
La misión del maestro es dar ejemplo tanto con palabras como con acciones, pero una personas como la del audio inculca la violencia que tanto se condena públicamente. Tenemos aquí uno de los factores que la originan: el mal ejemplo de ciertos educadores. Insisto, los menos.
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Por eso, los sindicatos deben evaluar su norte. Deben comprender que la protesta es un derecho, pero han empoderado a seguidores, al colmo de llegar a atentar contra la ciudadanía o a instigar a la desestabilización social.
El MEP y el Servicio Civil han sido tolerantes. Es necesario que exijan a esos pocos trabajo honesto y les sancionen ausencias. La mayoría de los educadores son decentes: es momento de que alcen sus voces y no permitan que su profesión la ultrajen los que vociferan e incitan al caos. Exijan al Colypro y a los sindicatos rescatar, no hundir, el prestigio de los docentes.
amayoga@nacion.com
Twitter: @armandomayorga
El autor es jefe de Redacción en La Nación.