Las aceras heredianas
La personas en sillas de ruedas y las madres con los coches de los niños deben transitar por media calle en Heredia debido al estado de las aceras. Nuestros bisabuelos construyeron las aceras de piedra labrada, con sentido común, de manera uniforme y continua para caminar con seguridad; sin embargo, los vecinos, al adquirir un vehículo, modificaban la acera a su antojo para facilitar la entrada del carro. Así se creó un subibaja con rampas pronunciadas, con gradas hasta de 40 centímetros de altura.
La Municipalidad ha estado reconstruyendo unas estéticas aceras, pero manteniendo esas irregularidades. Eso es un evidente perjuicio para el peatón y un olvido de las disposiciones reglamentarias al respecto. El artículo 119 del Reglamento de Construcciones recuerda que los cortes en las aceras para las cocheras no deben obstaculizar el tránsito a los peatones. Las aceras se construyen para una vida útil mayor a 80 años. Por lo tanto, deben de ser erigidas para cumplir su cometido de manera satisfactoria y conforme a lo reglamentado.
Jeni Villalobos Yanarella, Heredia
Irrespeto a señal
Hace 30 días instalaron dos rótulos verticales de “No hay paso”, en barrio Claret, pero absolutamente nadie, ni la Policía, los respeta. Falta demarcar, horizontalmente, para que se note mejor para los choferes. Hace varios años instalaron un rótulo en el poste de electricidad, pero se lo robaron los recolectores de metales y nunca fue repuesto, hasta ahora, pero es necesario resaltarlo y, de ser posible, pintar los postes con pintura fosforescente para que resalte más en la noche. Sería bueno que un oficial de tránsito se dé, de vez en cuando, una vueltita con un talonario de partes para que lo llene.
Rafael Zamora Bonilla, barrio Claret
Límite incrementado
La Contraloría de Servicios del Banco Nacional le ha comunicado al señor Erick M. Brenes Mata que se solventó de manera satisfactoria su petición de aumento en el límite de crédito de su tarjeta (Cartas, 6/6/18) y, además, se le ofrecieron disculpas por los inconvenientes causados. Le agradecemos su comentario.
Alexis Caravaca, contralor de Servicios Banco Nacional
Intereses altos
Qué bueno que dos diputados presentaron un nuevo proyecto de ley para definir las tasas máximas para créditos con el fin de eliminar los intereses de usura que comercios y bancos cobran por las tarjetas de crédito. Esperemos tengan el apoyo necesario para detener ese abuso. Para nadie es un secreto: la gente que recurre a créditos o financiamientos es la de más bajos recursos y es uno de los factores de empobrecimiento.
Henry Martínez Gallo, Guanacaste
Capital secuestrada
En el artículo “Huyamos de San José”, de Armando González, director de este diario (Opinión, 12/6/18), se consigna su indignación por el ruido causado por una carrera de atletismo a horas tempranas de la mañana, cuando todavía muchos duermen. Vivimos en una ciudad secuestrada por una ineficiente administración pública: asaltos y violencia en las calles, aceras tomadas por indigentes, venta y consumo de drogas y alcohol, venta de objetos robados, ausencia de policías en lugares estratégicos, narcotráfico, etc.
Falta sentido común para actuar. ¿Dónde están los supervisores de seguridad, municipales, salud, tránsito e infraestructura vial, que permiten tantos abusos, incompetencia y anarquía? Vivimos en una capital fuera de control, por la corrupción y el clientelismo.
José Rugama Hernández, San José
Medidas insuficientes
De no tomar las acciones necesarias, el país se enfila hacia una crisis económica sin precedentes. Al parecer, las medidas pensadas y el plan fiscal no serán suficientes para superarla. Las pobres iniciativas para la reducción del gasto, como eliminar el cable de las instituciones y controlar lo que gastan los diputados en gasolina, son bicocas respecto a otros rubros más importantes.
Una forma es invertir de manera inteligente y con sentido. El gobierno hace compras millonarias en artículos innecesarios o de mala calidad, como la de las jeringuillas para la diabetes, por un monto de $3,3 millones. También se viene a la memoria los medicamentos que expiraron en un olvidado almacén de la CCSS en Puntarenas.
José Arias Álvarez, Santo Domingo de Heredia