En Tiflis nos subimos al teleférico y vencimos el temor. El viento soplaba con tanta fuerza que la cabina se movía más allá de lo que suele ser habitual.
En Tiflis nos subimos al teleférico y vencimos el temor. El viento soplaba con tanta fuerza que la cabina se movía más allá de lo que suele ser habitual.