A un año del bicentenario se nos viene encima la acumulación abrumadora de todo lo que hemos hecho a medias.
Un síntoma característico de descomposición cultural de una república es la pérdida del sentido de gratitud hacia sus próceres. ¿Por qué no reconocerles sus méritos?
Al recorrer a pie el viejo San José donde viví por tantos años, voy encontrándome en los parques y plazas con las estatuas de los próceres modernos de Costa Rica, que adornan el paisaje urbano, y cívico, de la ciudad.
En una ocasión Alberto Cañas, diputado y exministro de Cultura, se refirió a la importancia de tener una galería en la que el costarricense pudiera conocer a los próceres de la tierra en la que vive.