La calle no es un sitio cómodo, ni seguro y, mucho menos, sano para trabajar, pero es el lugar donde 274.000 personas buscan a diario su sustento y el de sus familias.
El 13% de los trabajadores de Costa Rica labora a la intemperie, entre aceras y carreteras, sin un servicio sanitario al alcance, ni comedor, ni sala de lactancia.
Cada día, ellos se enfrentan al calor y a los aguaceros, al humo de los carros, al ruido, a los insultos y hasta a la inseguridad.
Don Humberto Pérez tiene 23 años de laborar en la calle. Hoy es barrendero municipal, pero en sus primeros dos años de empleo se dedicó a recoger basura en camión.
A pesar de todas las incomodidades, Pérez asegura estar muy agradecido por la oportunidad laboral que tiene en el Ayuntamiento de San José.
Su baja escolaridad le ha impedido obtener un mejor empleo, pues apenas concluyó el sexto grado de escuela. Aún así, dice asumir sus tareas con alegría y responsabilidad.
Cuando llueve, corre a buscar refugio en algún sitio del parque metropolitano La Sabana, donde normalmente trabaja.
Sin embargo, su principal temor es que lo asalten, pues comenta que ya una vez le robaron sus herramientas de trabajo.
“A veces hago unas extritas y me toca ir a la zona roja; ahí es fatal porque hay personas peligrosas. Se robaron mis utensilios una vez, alguien salió corriendo con mi pala, yo no pude hacer nada porque ponerse a reclamar ahí puede ser peligrosísimo", afirma.
Muy cerca de donde don Humberto barría caños, pasaba en bicicleta Darwin Rivas, quien desde hace 19 años vende helados en un carrito.
“La calle es dificilísima”, sostiene Rivas mientras rememora las veces que lo han asaltado y que le robado la mercadería.
“Una vez que me asaltaron me pusieron una pistola y me quitaron lo poquito que había vendido. No es justo, pero ¿qué va a hacer uno?”, dice resignado.
Otro aspecto que afecta su negocio es el clima. Asegura que cuando está más necesitado de dinero le pide al cielo que no llueva para que no se le caigan las ventas.
A pesar de sus circunstancias, este heladero asegura haberle encontrado el gusto a su trabajo.
Según la coordinadora de la Encuesta Continua de Empleo, María Luz Sanarrusia, muchos de los trabajos que se realizan en la calle no reúnen las condiciones ideales.
“Las condiciones son totalmente diferentes a labores en empresas, locales establecidos o en la propia vivienda. Al trabajar en la vía pública se está expuesto a los efectos del clima, inseguridad y muchos otros problemas de salud, por ejemplo”, afirma Sanarrusia.
Esta fuerza laboral está conformada, en términos generales, por personas con un bajo perfil académico, pero también hay individuos con mayor educación.
Transportistas, choferes, mensajeros, distribuidores y, más recientemente, los repartidores de comida a domicilio, también integran a este grupo.
Ellos están expuestos a otros problemas como el estrés de las presas y el peligro de accidentes viales.
Alta informalidad
De acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística y Censos, una de las principales características del trabajo en la calle es la alta informalidad.
El 97% de los trabajadores independientes que laboran a la intemperie se encuentran en esa condición.
La población informal no cotiza para la seguridad social, no lleva una contabilidad formal de sus negocios o no tributa ante el Ministerio de Hacienda.
Incluso, algunos de ellos tampoco cumplen los requisitos municipales y de salud para vender sus productos, como alimentos. También propician la piratería.
“Yo hablo con usted, pero si viene la Policía me salgo soplado”, advierte Ronald Hernández mientras carga su carrito con tiliches en plena avenida central de San José.
Hernández trabaja desde los 8 años vendiendo cosas en la calle; asegura que esa ha sido su forma de ganarse la vida por más de 50 años.
Por ello, sostiene que pasa muchos apuros y necesidades cuando las autoridades le decomisan la mercadería que ofrece a los transeúntes.
“Hay momentos duros cuando no se vende, cuando le quitan la mercadería a uno, momentos en que hay que salir corriendo cuando viene la Policía Municipal. La ley es la ley, pero es la forma en la que podemos humildemente ganarnos la vida”, se lamenta.