Mientras hace fila para sacar unas fotocopias, Yadira Díaz se recrimina a sí misma por qué nunca presintió que la iban a estafar.
Es empleada doméstica en nuestro país desde hace 13 años y asegura que tanto ella como su patrona están muy interesadas en tramitar el permiso de trabajo para estar como Dios manda.
Con esa meta empezó a reunir los documentos y el 12 de agosto pasado se presentó a Migración con todo un paquete de papeles.
Se suponía que en tres meses su trámite tendría una respuesta, pero al día de hoy no ha ocurrido.
Mientras tanto, los gastos van subiendo. El trámite, estima, ya le va costando unos $650, y la patrona empieza a indisponerse porque no se avanza nada.
“De agosto para acá he venido unas seis veces y no me dicen nada. Me da tristeza porque uno quiere estar legal en el país, pero no nos apoyan”, contó angustiada.
Según dijo, en diciembre fue a ver qué había pasado con su gestión y le pidieron volver en enero. A principios de enero volvió, pero le dijeron que el encargado de darle resolución estaba de vacaciones.
“De enero para acá he hecho cuatro viajes y resulta que ya no están ni los papeles de mi patrona, me los volvieron a pedir. En Migración son tan ingratos que no te dan una explicación y aquí vengo otra vez con los papeles”, narró.
En una de esas visitas a las oficinas de Migración ya estaba tan desesperada que se dejó tentar por una oferta de ayuda que le hizo un desconocido.
Contó, que un hombre le ofreció sacar su caso de inmediato a cambio de un pago de ¢30.000.
“Se fue a ver todos los papeles que yo traía y pensé: sí, este hombre trabaja aquí. En la desesperación le pagué los ¢30.000 y nada. El hombre me robó. Nunca más lo volví a ver”, narró.
Según dijo, sus patrones quieren que esté en regla, “pero aquí no le ayudan a uno”, reclamó mientras seguía en la fila.