“Más que un susto y sorpresa, lo tomo como la responsabilidad pastoral que implica, por lo que significa un Santuario Nacional, es un temor reverencial por lo que significa, y lo valorado que es en el país”.
La frase es de Miguel Adrián Rivera Salazar, el sacerdote oriundo de San Rafael de Oreamuno, que asumirá el próximo 30 de enero la rectoría de la basílica de Nuestra Señora de los Ángeles, en Cartago.
Con serenidad y simpatía, Rivera, de 46 años y casi 14 dedicados a la vida sacerdotal, reconoce que llega a este nuevo reto con mucha humildad y relata que fue monseñor Mario Enrique Quirós, obispo de Cartago, quien llegó a la Casa Cural de María Auxiliadora, en la Vieja Metrópoli, para anunciarle el cambio.
“Nosotros como sacerdotes siempre estamos preparados por estas épocas que pueden haber movimientos sacerdotales, no hay un periodo establecido, pero en mi caso estoy por cumplir 7 años en esta parroquia y esperaba que en cualquier momento podría venir un cambio, pero no tenía una expectativa al respecto, más bien donde Dios lo quiera poner a uno, ahí yo haré mi mayor esfuerzo”, describió.
Rivera es “churuco”, nacido en Oreamuno, es el hijo mayor del matrimonio de Adrián Rivera Martínez y Nuria Salazar Camacho. Tiene 3 hermanas y la menor de ellas es religiosa Misionera Clarisa. Se ordenó el 19 de febrero del 2007, tras dejar en pausa sus estudios en Medicina en la Universidad de Costa Rica.
Aunque toda su vida ha estado cerca de La Negrita, la Virgen de los Ángeles, el sacerdote nunca se visualizó como rector de la basílica.
“Te soy sincero, en el Ministerio Sacerdotal no deben existir aspiraciones de ningún tipo más que las de servir, que es tan valioso y tan digno tanto en la basílica, como en una pequeña capillita de un pueblo rural, siempre debemos ser humildes”, declara en entrevista con La Nación.
Como rector, tendrá que coordinar todas las decisiones administrativas del Santuario Nacional. Sin embargo, también aspira a que su ministerio le permita liderar los esfuerzos de la comunidad, para que todo peregrino que se acerque a la basílica se sienta acogido.
En los últimos días empezó las conversaciones con el sacerdote Francisco Arias, quien ha sido rector durante casi nueve años para vislumbrar el trabajo pastoral de este año.
“Tanto él como los padres anteriores de la basílica tienen que ser personas que me hablen bastante al oído, el padre Francisco ha hecho un gran esfuerzo y trabajo, al igual que otros que han pasado por ahí. De los que están vivos en este momento me nutriré bastante en cuanto a consejos u orientación, lo mismo que cualquier otro sacerdote u obispo del país que me quiera sugerir o aconsejar, estoy muy atento a escuchar, porque creo que no es solo el trabajo de un rector, me parece que es el servicio pastoral de la iglesia”.
A continuación, un extracto de la entrevista de Rivera con este medio.
– ¿A qué edad le nace esa vocación sacerdotal?
– Ya tarde, cuando era universitario, como a los 21 años. Tuve una niñez y una juventud muy hermosa, normal como todo joven, participaba en grupos juveniles de la parroquia. Fuimos una familia muy religiosa pero no de estar inmiscuidos en las cosas de la Iglesia, ya con más edad formé parte del Grupo Juvenil de la Pastoral de San Rafael de Oreamuno, donde puedo decir que fue donde conocí al Señor y empecé a sentir mi vocación.
– ¿Cuándo inicia en la basílica?
– Extraoficialmente el 30 de enero, porque la entrega de las parroquias las realiza el obispo de manera personal y le hicimos la propuesta de esa fecha, pero estamos a la espera de su respuesta. Ese día se hace una celebración eucarística que tiene un rito especial, donde se hace entrega de los elementos fundamentales del ejercicio pastoral.
– ¿Monseñor ve algo en especial en el sacerdote a elegir que va a la basílica?
– Creo que cualquier sacerdote tiene las condiciones para estar ahí, tal vez por el momento que se está viviendo en el Santuario, tal vez lo pueden inclinar a él hacia alguna característica, ¿cuáles miró en mí?, pues habría que preguntarle a monseñor (ríe por la pregunta).
“A mí me gusta mucho el trabajo en equipo. (...) Me siento más pastor que administrativo, sé lo que implica la administración de un sitio como este, pero lo más importante es que el Santuario tenga a la cabeza a un pastor que tenga clara la misión que le corresponde de manera específica: la predicación de la palabra, la asistencia a los más necesitados, el trabajo con los grupos apostólicos que pueda poner su mirada entre todos sus habitantes. Me parece que estoy en una etapa de una edad media que psicológicamente es la más productiva, monseñor puede ver un grado de experiencia pero a la vez el impulso.
– ¿Cómo asume esta nueva responsabilidad, tiene objetivos?
– Hay algunos que tendremos que ir viendo en el momento, pero se me ocurren seis o siete grandes pilares que un Santuario como el de la basílica de los Ángeles debe tener: debe ser un lugar donde todo bautizado pueda expresar su fe, tiene que ser un lugar de acogida para los peregrinos, no ser solo un templo con la puerta abierta si no que haya más elementos dentro de él, el más importante, la presencia de Cristo Eucaristía y de la Imagen Sagrada de María y otros elementos que cuando cada persona ingresa se sienta acogido por la comunidad cristiana.
“Debe ser una casa de oración donde todo peregrino exprese sus sentimientos de manera profunda. También me parece que debe ser un lugar para el silencio del corazón y alimentar su oración. Debe ser un lugar privilegiado para la misericordia, me encantaría que sin importar la hora un peregrino que llegue a la basílica encuentre sacerdotes ofreciendo el sacramento de la reconciliación y que esa misericordia se pueda expresar desde una Pastoral Social muy activa donde los pobres, los necesitados y los enfermos realmente puedan encontrar manos solidarias que los atiendan y los cuiden.
“Creo que la Basílica debe ser casa para todo sacerdote, para todo consagrado, porque todos los que hemos entregado nuestra vida al Señor necesitamos consuelo, esperanza, los brazos de una madre. Me encantaría que todo religioso, sacerdote, o joven, encuentre en la basílica su propia casa de encuentro. También debe ser un lugar donde se viva de manera correcta la sagrada liturgia, con predicaciones muy bien preparadas, con la música sagrada correcta para que también el Santuario se convierta en una escuela de cómo una iglesia debe vivir la vida sacramental y por último tiene que ser una escuela de piedad mariana, creo que a la Virgen María no siempre le hemos dado un lugar correcto en la Iglesia, tiene una posición claramente expresada desde las Sagradas Escrituras.
– Usted siempre se ha identificado mucho con la juventud, como rector ha pensado ¿cómo acercarlos más hacia este lugar?
– Hace un par de años terminé mi servicio como Director Nacional de la Pastoral Juvenil y más que lo que yo aporté, fue lo que ellos aportaron hacia mi ministerio sacerdotal y si algo me enseñaron a mí los jóvenes es que la figura de la Santísima Virgen María es modelo de todo cristiano y a un joven no necesitás darle grandes charlas teológicas de la Virgen, la observan y encuentran en ella no solo un modelo de virtudes, si no un modelo de seguimiento, entonces la basílica tiene que ser casa de la juventud.
– ¿Cómo reaccionó su familia cuando se enteró de la noticia?
– Los papás de un sacerdote son nuestro pilar en el tema de la espiritualidad. Mis papás han aprendido en el transcurso del tiempo a llevar todos los sentimientos negativos y positivos que todo sacerdote vive, a la oración, entonces lo miran con gratitud y madurez, ellos son apoyo fundamental para mí, ellos lo expresan más en la oración que con palabras. En muchos elementos de mi vida han sido mis consejeros y su sabiduría para mí siempre va a ser muy valorada.