No todos los vecinos quieren pagar seguridad, los habitantes de barrios cercanos reclaman impedimento de paso por espacios que consideran públicos, o llegan invitados y no los dejan pasar...
Las agujas en los barrios no han dejando de ser imán de polémicas, pues la buena convivencia con estos dispositivos parecieran ser una rareza.
Así lo reconocen alcaldes cuyas municipalidades rutinariamente intervienen "apagando incendios" ligados a estos instrumentos de seguridad, cuya legislación se emitió apenas en diciembre del 2010.
“De 10 agujas que tenemos (en el cantón), solo media aguja no es polémica. Se requiere de mucha mediación, prudencia y diálogo en el barrio para que funcionen y eso no suele darse. En 11 años en la alcaldía, cada año hubo conflictos.
"A ojo de buen cubero, intervenimos al menos cinco veces", aseguró Édgar Mora, quien fue alcalde de Curridabat y recién asumió como ministro de Educación.
Para Mora, la presencia de una pluma o aguja representa una gestión de la seguridad comunal errónea si esta equivale a depositar todo el peso del cuido en quien acciona el mecanismo.
"Se masifica la idea de que una persona desconocida con un palo a media calle puede proteger. Yo digo que donde haya un guachimán, donde quiera que esté, hay una comunidad mal organizada" insistió el exalcalde de Curridabat.
El conflicto también procede a la propia instalación de la aguja sea por su costo, la cuota mensual para la seguridad privada del dispositivo y, consecuentemente, por las fricciones entre los vecinos que sí pagan y los que no; explicó Marcelo Solano, director de la Policía Municipal de San José.
Incluso, la colocación o no de cámaras de video divide opiniones, aseguró Solano, pues han atendido quejas de personas opuestas al considerarlo una violación a su privacidad; principalmente por las visitas que van a sus casas, aseguró.
Cecilia Araya, del comité de vecinos de Las Rotondas, en Desamparados, recordó que hace poco tuvieron una "situación especial" por las quejas de una vecina porque a un amigo que la visitaba le preguntaban para dónde iba.
"El asunto ya se resolvió. Hemos sido exitosos porque en esta comunidad la gran mayoría de vecinos se conoce y tenemos una buena dinámica en general", aseguró la educadora retirada.
Hay, sin embargo, pleitos de mayor escala que ameritan la intervención de la autoridad.
En el residencial Los Arcos, en Heredia, había una aguja que tenía ya 30 años instalada, sin embargo, la Municipalidad la clausuró a inicios de año.
Todo se debió a la queja de una lugareña molesta, pues alegaba que no había razón para que la pusieran a hacer fila para ingresar, mientras a otros conductores que iban delante de ella le tomaban datos.
La denunciante vive en un nuevo residencial que desarrolló la empresa Casas Vita junto a Los Arcos. El problema es que en Los Arcos, la mayoría de vecinos utiliza desde hace años un dispositivo QuickPass para levantar de forma automática el brazo en uno de dos carriles de paso disponibles. Los vecinos de Casas Vita, no poseen QuickPass.
Excesos con espacio público
En este tipo de conflictos, también surgen casos de grupos de vecinos que caen en la tentación de atribuirse más potestades de las que permite la ley que regula estos pasos. Por ejemplo, cuando reclaman derechos o concesiones a las municipalidades como si se tratara de un condominio.
Roberto Zoch, alcalde de Moravia, señaló que han tenido pocos casos que atender, pero han incluido quejas por límites en el uso de parques municipales y otras áreas comunes que se hallan en residenciales con agujas.
Laura Chaves, alcaldesa de Alajuela, alabó los beneficios en la seguridad de las residenciales que estos pasos han traído, pero recordó que hace dos años ese Ayuntamiento sí debió hacerle algunas aclaraciones a un grupo de lugareños.
"Usted sabe que a veces el guarda o la empresa de seguridad hace lo que le dicen quienes le pagan. Aquella vez, notamos que la comunidad estaba en orden con la instalación, pero ni la junta de vecinos, ni el cuidador se habían tomado la molestia de leer el reglamento y eso producía fricciones sobre todo cuando los vecinos recibían visitas", explicó Chaves.
Los dirigentes municipales admitieron que, en muchas ocasiones, también los excesos son cortesía del desconocimiento.
La instalación de agujas o plumas para vigilar el acceso de vehículos se permitirá solo si existe una caseta de seguridad con servicio de vigilancia las 24 horas.
Ese servicio es para que un vigilante acreditado manipule los pasos, según las especificaciones en el reglamento de cada municipalidad, precisa la Ley N.° 8892 Regulación de mecanismos de vigilancia del acceso a barrios residenciales con el fin de garantizar el derecho fundamental a la libertad de tránsito, del 21 de octubre de 2010.
Si el servicio de seguridad no abarca las 24 horas, la ley indica que las especificaciones contractuales y técnicas para esos casos deberán considerar que en ciertos horarios la pluma o aguja estará sin funcionamiento.
La ley prohíbe sin excepción el uso de agujas sin servicio de seguridad contratado. Si esa condición llega a incumplirse, la municipalidad podrá revocar el permiso de uso.
Además, podrán colocarse sólo en urbanizaciones de circuito cerrado sin conexión vial a otras localidades o urbanizaciones. También se permite en fraccionamientos cerrados conocidos como "calles sin salida", cuando estén frente a calles públicas donde un único punto de ingreso de vehículos sirve de entrada y salida a la vez.
Un caso excepcional
El 11 de abril de 1994, a las 11:30 a. m. tres hombres entre 18 y 25 años atacaron a balazos al exdirector del OIJ, Rafael Ángel Brenes Valenciano, mientras robaban la casa de María Eugenia Araya, en urbanización Las Rotondas, en Desamparados.
Ocurrió cuando Brenes Valenciano, armado con un revólver calibre nueve milímetros, salió de su casa a enfrentarse con los hampones quienes al escucharlo abrieron fuego contra él, relató el exfuncionario, hoy pensionado.
Brenes devolvió el fuego en plena calle pero recibió dos impactos de un arma calibre 22 en el abdomen. Cayó herido. El trío aprovechó para huir mientras abrían fuego contra las casas. El hecho marcó de tal forma al vecindario que sus habitantes rápidamente acordaron instalar una aguja de paso por su seguridad.
En 26 años desde su instalación, el mecanismo ha funcionado sin interrupción gracias al buen ambiente vecinal y la conveniencia de su uso luego del tiroteo. Ningún incidente semejante ha vuelto a repetirse.
Sin embargo, la buena convivencia vecinal con la aguja de Las Rotondas es una excepción.
Condiciones de uso
La organización vecinal a la cual se le autoriza la instalación de casetas y agujas de paso deberá garantizar que el personal de seguridad respete varios lineamientos. Estos son algunos:
a) No se podrá impedir, bajo ningún concepto, el libre tránsito vehicular o peatonal.
b) En caso de peatones, podrán entrar o salir sin restricción alguna pero sin demérito de que la vigilancia privada le pregunte adónde se dirige.
c) En caso de vehículos, la pluma solo podrá usarse para que el agente de seguridad tome nota de la matrícula y la descripción del vehículo, así como la cantidad de ocupantes. El oficial es el único encargado de accionar el mecanismo.
d) Si es pertinente y únicamente a criterio municipal, se podrá instalar a 25 metros de distancia de la pluma un rótulo que indique su proximidad. En todo caso, el mecanismo deberá pintarse para que sea plenamente visible para conductores y peatones.
e) Las autorizaciones para el uso de vías públicas o bienes de dominio municipal, reguladas en Ley, no constituyen derechos adquiridos a favor de terceros y, en consecuencia, pueden ser revocadas en cualquier momento por el gobierno local.
Fuente: Ley N.° 8892 del 21 de octubre de 2010.