“Es el mejor sonido que he podido escuchar en mi vida, y más cuando quien la tocaba era mi madre”. Ese fue el mensaje que compartió Miguel García, hijo de una paciente que tocó la campana cuando fue dada de alta del servicio de Quimioterapia del Hospital Max Peralta de Cartago.
Aquel sonido comparte el regocijo de los pacientes que salen luego de ganarle una batalla ganada al cáncer, pero también esperanza para otros enfermos que siguen en tratamiento.
“He visto a muchos y muchas compañeras de quimio, tocarla… y espero en Dios, poder hacerlo pronto!!!”, manifestó Cinthya Calderón.
Las manifestaciones de Garcia y Calderón están incluidos en la página oficial del centro médico, en la que se cuenta la existencia del instrumento.
De acuerdo con María Morales, de la Unidad de Divulgación del Max Peralta, la campana llegó al centro médico hace unos dos años como donación de Cristian Sánchez Portilla, un vecino del barrio Los Ángeles de Cartago que estaba muy agradecido por toda la ayuda que recibió para superar la enfermedad.
“Don Cristian, con frecuencia visita la sección de Quimioterapia, para dar su testimonio a quienes están recibiendo el tratamiento y para motivarlos”, agregó la periodista.
Más recientemente, debajo de la campana se colocaron mensajes en madera, los cuales fueron hechos a mano por una artesana que también se recuperó ahí. De esta forma, se ha convertido en un símbolo de fe y de optimismo.
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Ahora, según Morales, cuando el equipo médico le dice al paciente que está curado, ellos mismos nos dicen que quieren tocar la campana antes de dejar nuestras instalaciones.
“Estar con los pacientes y escucharlos tocar la campana es una gran emoción porque no todos llegan al final y la pueden tocar. Bendito mi Dios y la Virgencita que mi esposo tuvo la oportunidad de tocarla”, escribió María Elena Calvo Sanabria.
“Yo la toqué y tuve un sentimiento de paz y lágrimas de felicidad”, expresó Marta Rodríguez.
El servicio de Quimioterapia del hospital cartaginés comenzó labores hace 22 años, con capacidad para 14 pacientes; trabaja con cuatro turnos diarios.
Para Alejandro Cerdas González, supervisor de Enfermería, la posibilidad de tocar la campana se convirtió en una motivación no solo para los pacientes, sino también para el personal.
“Cuando al paciente se le da la buena nueva de su curación, tocan la campana con mucha fuerza, para que sus familiares que esperan en la antesala, la escuchen. Luego nos abrazamos todos, es nuestra señal de victoria”, compartió.
Por eso, entre los mensajes también hay quienes ruegan porque se siga escuchando este sonido de esperanza, como lo hizo Marcela Sanabria: “que se toque muchas veces, esta campana”.
“Dios quiera que siga sonando”, escribió Marta Pérez.