La madrugada del martes 12 de julio del 2005 , las imágenes de la televisión proyectaron escenas desgarradoras: enfermos colgados de los ventanales en desesperada huida de las llamas, mientras un voraz incendio acababa con la torre norte del Hospital Calderón Guardia.
Diez años después de esa tragedia, que causó 21 muertes, ¿qué seguridad hay de que esas imágenes no se repetirán si solo dos de los 29 hospitales de la CCSS cumplen con todas las medidas de protección contra incendios? La respuesta es... ninguna.
Un grupo de 27 hospitales apenas posee los requisitos mínimos: brigadas, extintores y sistemas de iluminación de emergencia. Lo anterior –es cierto– no existía o era muy deficiente cuando se quemó el Calderón.
Sin embargo, el cumplimiento de las obras más importantes para asegurar las estructuras y, sobre todo, a pacientes y trabajadores, ha avanzado lentamente.
Registros del Cuerpo de Bomberos, facilitados a pedido de este diario, revelan que medidas de autoprotección de edificios, como sistemas de rociadores y compartimentación, solo las cumplen un 4% y un 7% de los hospitales de la Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS), respectivamente.
Las medidas de autoprotección son las que permiten que el edificio se defienda “solo” mientras llegan los bomberos. Extintores y brigadas también intervienen, pero con un margen de acción limitado.
Por ejemplo, si un hospital estuviera bien dividido por zonas de fuego y con paredes de piso a viga superior o a techo (compartimentación), se frena el avance del fuego por el cielo raso.
En el incendio de hace diez años, las llamas corrieron por el techo y acabaron con los pisos cuatro y cinco de la torre norte y con todo lo que había en ellos, incluidos enfermos que no se podían movilizar.
Solo los nuevos edificios del hospital San Rafael de Alajuela y San Vicente de Paúl, en Heredia, tienen todos los dispositivos que exige la NFPA, asegura el Cuerpo de Bomberos.
La NFPA es la norma estadounidense adoptada por el país para regular lo relativo a protección contra incendios y es una de las más exigentes a escala mundial.
Proceso caro. Poner en regla a los hospitales viejos es el mayor reto para la Caja, pues la mayoría de estos centros sobrepasa los 40 años de vida. Por ejemplo, el Hospital San Juan de Dios tiene 170 años; el Nacional de Niños, 51, y el México, alrededor de 45.Por eso, ajustarlos a la NFPA implica un proceso largo y oneroso, cuya fecha límite es el 2025.
Ese plazo lo establece un plan de tres fases a cargo del Programa de Seguridad en Incendios y Explosivos, de la Caja.
Según Paquita González Haug, directora de la Dirección de Administración de Proyectos Especiales de la institución, están en la segunda etapa, con ocho proyectos en ejecución o en contratación.
González aseguró que desde el 2008, se han invertido casi ¢3.000 millones en las primeras dos fases: en promedio, $1 millón por año, sin contar la inversión en obra nueva, que sí está adaptada a la norma.
Alex Solís Delgado, jefe de la Unidad de Ingeniería del Cuerpo de Bomberos, reconoce que la CCSS ha hecho algo, pero que todavía resulta insuficiente.
“ Ha habido una inversión para cubrir los aspectos más básicos, pero esto lo que hace es que tengamos una falsa expectativa de seguridad”, acotó Solís.
La gerenta de Infraestructura y Tecnología de la Caja, Gabriela Murillo Jenkins, admitió que las cosas han caminado despacio.
“Para mi gusto, eso debió haber avanzado más rápido, pero si a mí me dicen que ahora tengo ¢1.500 (millones), y luego me lo bajan a ¢1.000 millones y mañana no sabemos si los vamos a tener, eso genera una incertidumbre que hace que las cosas no caminen a ritmo”, dijo Murillo.
La jerarca de la Caja, María del Rocío Sáenz, sostiene que la institución ha hecho esfuerzos en las nuevas instalaciones. En las viejas, dijo, se continúa trabajando en su actualización.
“Estamos en plazo para tomar acciones desde el punto de vista correctivo: mejorando el financiamiento y la capacidad instalada en las unidades”, aseguró Gabriela Murillo.